>La exhibición se dará a conocer a partir de este viernes 16 de agosto en el Museo de las Culturas Populares de Durango.
La Voz de Durango
Llega a la sala de exposiciones temporales del Museo de las Culturas Populares perteneciente al Instituto de Cultura del Estado de Durango (ICED), la exposición pictórica “Yo soy desierto, yo soy silencio”, obra del pintor lírico Sergio Herrera De la Cerda originario de Ceballos, Durango, por lo que se invita al público en general a participar en la ceremonia de inauguración, el próximo viernes 16 de agosto, en punto de las 20:00 h, en las instalaciones del museo que se ubica en calle Negrete #903 poniente, Zona Centro, la entrada es libre.
Sus obras, realizadas en técnica de acrílico reciclado, son un canto a la vida que se despliega en el vasto lienzo de la “Zona del Silencio” del Desierto Chihuahuense. A través de iconos, pigmentos y elementos naturales, teje una narrativa visual que captura la esencia misma de su hogar, el desierto. Inspirado por la mística arraigada en las etnias de Mapimí, donde el silencio parece ser una fuerza viva, transfigura la quietud en una poesía pictórica. Más que una mera expresión artística, su obra es un testamento a la belleza etérea y a la inmensidad del paisaje, así como un llamado a preservar y honrar la riqueza cultural que yace en el corazón del Desierto Chihuahuense.
Sus creaciones han trascendido fronteras, exhibiéndose en países como Rusia, Canadá, Francia, Brasil, España, Cuba e India. La influencia de estos lugares ha ampliado su perspectiva, enriqueciéndola con nuevas técnicas y estilos, sin desarraigarse de su tierra natal. Cada pincelada es una oda al silencio y una celebración de la vida en su forma más pura. Su obra invita a los espectadores a detenerse, a escuchar el lenguaje mudo de la naturaleza y a sumergirse en la serenidad de la “Zona del Silencio”.
Con una paleta que resuena con los colores del desierto y una técnica que refleja su profundo respeto por las tradiciones ancestrales, el pintor no solo captura la apariencia del paisaje, sino también su alma, ofreciendo al mundo una ventana hacia un rincón del planeta donde la tranquilidad y la belleza se entrelazan en perfecta armonía.