- Salud pública.
- El impacto de la pandemia dejó cicatrices profundas que agravó los factores de riesgo.
Marco Santos / La Voz de Durango
Lamentablemente después de la pandemia por Covid-19, aún persisten las preocupaciones sobre el aumento de suicidios, una secuela terrible de la crisis sanitaria mundial. Aunque se ha superado la fase más crítica del Covid-19, sus secuelas actualmente continúan y la salud mental de la mayoría de las personas sigue siendo vulnerable, pues el impacto socioeconómico de la pandemia dejó cicatrices muy profundas, agravando los factores de riesgo asociados con el suicidio.
Cabe mencionar que el prolongado aislamiento social, la incertidumbre laboral y las tensiones financieras contribuyó a un aumento alarmante de los trastornos mentales. La falta de conexión social y el miedo persistente pueden llevar a sentimientos de desesperación, agravando la vulnerabilidad de las personas. A medida que la sociedad continúa adaptándose a una nueva normalidad, es crucial abordar la salud mental de manera oportuna.
Las autoridades de salud y gobiernos deben priorizar la implementación de programas integrales de apoyo psicológico, pues se requiere un enfoque multidisciplinario que involucre a profesionales de la salud mental, trabajadores sociales y la ciudadanía, además de la educación pública sobre la importancia de la salud mental también desempeña un papel crucial en la prevención, por lo cual, la detección temprana de señales de angustia emocional, junto con acceso a servicios de atención psicológica asequibles, son pilares fundamentales para revertir esta situación.
Es importante destacar que enfrentar el aumento de suicidios después del Covid-19 requiere un enfoque específico, que combine intervenciones inmediatas con estrategias a largo plazo para fortalecer la sociedad ante los desafíos mentales que persisten en el post pandémico, cabe señalar que hasta el momento en Durango se tienen registrados 161 casos de suicidios.