Matar por matar, sangre y placer en las estepas

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+Coyotes son asesinados por placer.

+El Canis latrans sobrevive pese a su intensa persecución.

+Venenos seriales, trampas, rifles, perros, no han podido diezmar su población que prospera en el desierto de Chihuahua.

Por: Juan Nava Stenner

La Voz de Durango

El Gran desierto de Chihuahua, desde Casas Grandes hasta Bosque del Apache en Nuevo México, de Socorro a Indé, desde las montañas texanas de Guadalupe a Cuencamé, comprendiendo el Bolsón de Mapimí, la Zona del Silencio, la Comarca Lagunera, Parral, Tlahualilo, El Oro, las colinas de San Juan del Río, los humedales de Santiaguillo, atravesando inmensas llanuras y serpenteantes montañas y temperaturas de hasta 50 grados, es el desierto y alberga historias. Todo es superlativo en el Gran desierto de Chihuahua, la vida y la muerte. Hacen pareja. Aquí no hay espacio para los débiles en los 634,800 kilómetros cuadrados que comprende esta región del mundo.

Los estados de Nevada, Nuevo México, y Arizona, en Los Estados Unidos y Chihuahua, Coahuila, Durango, Zacatecas y San Luis Potosí en México comprenden el llamado  desierto de Chihuahua, parte del Altiplano Mexicano o la Mesa Central, todos sinónimos de esta dura, agreste y seca región, donde hay historias de grandes manadas de búfalos que corrieron por sus llanos y estepas, de antílopes (antilocapra americana), Lobos (Canis lupus),Osos (Ursus americanus) fauna desaparecida más que por aprovechamiento, por la naturaleza asesina del hombre.

Aldo Leopold, el padre de la ecología y la conservación, aseguró en su célebre libro sobre la fauna de México, la existencia en las altas sierras de Chihuahua y Durango, de Oso pardo (Ursus Horribilis). Todas las especies nombradas desaparecidas por caza furtiva, venenos seriales, trampas y rancheros ofendidos que dijeron defender su ganado. Solo una especie prosperó desde los tiempos de la Colonia, la Reforma, la invasión de Apaches y Comanches, la Revolución y los tiempos actuales: el Coyote (Canis latrans), Coyótl en Náhuatl o perro aullador. El Coyote ha salvado incluso al muro antiinmigrante que Estados Unidos ha colocado en la frontera sur con México, golpe de gracia para no pocas especies que han luchado por sobrevivir.

En México, el coyote se aparea en primavera y las crías nacen en junio. Ya para el otoño han de recibir de sus padres, todo conocimiento del mundo exterior para su sobrevivencia. El coyote es fiel también, con su pareja al igual que lobos y pingüinos y quizá otros más del reino animal. Es común verlo atravesar una carretera a toda velocidad o escuchar su aullido al atardecer llamando a la pareja o a sus compañeros por comida. Puede deambular en pequeñas manadas aunque regularmente se le puede ver solo, recorriendo los valles y estepas. Su dieta es variada, come desde manzanitas silvestres, insectos, conejos, ratas de campo y ratones, y también puede visitar los maizales, ya que le encanta mordisquear las mazorcas o robar un ave de corral, que es una de las razones por las que ejidatarios y ganaderos lo han perseguido sin cansancio.

Ante la escasez de rifles y cartuchos, se recurre a trampas dolorosas que hacen sufrir al animal y que es una de las formas más crueles de matar. También a los mismos venenos que erradicaron al lobo son aplicados contra el coyote. Las trampas se compran en las ferreterías y tlapalerías de Durango y Chihuahua, en las tiendas de agroquímicos, se consigue el veneno que se mezcla con comida y se deja como cebo en lugares donde pasa el Coyote. Algunos de estos venenos son seriales, pues al consumirse envenena a quien come de esa carne envenenada.

En México la caza del coyote no reviste ningún aprovechamiento, nadie come su carne y tampoco está comprobado que sea nocivo para el ganado. Calificado como un “animal molesto”, viene siendo cazado indiscriminadamente y no por dañino, sino por el placer de cazarlo y ostentarlo como un trofeo personal que no tiene realmente ningún valor.

No hay premio por matar un coyote, tampoco un aliciente deportivo, sino un golpe poco ético que daña la imagen del cazador y acrecienta la del asesino. Matar por matar, por el placer de dañar, de capturar, es lo que lleva al cazador a usar un rifle, o un arco contra el cánido que no obstante a ser perseguido para matarlo, ha crecido en población en el Gran desierto de Chihuahua.

En Estados Unidos, se apertura la caza de coyote desde el 1 de octubre y hasta el último día de marzo, se puede cazar libremente, con cebos, con llamados, de día o de noche, cuantos coyotes se quieran cazar, hembras o crías, y se organizan concursos que ya llegan hasta 400 concursos al año. Por ejemplo en Texas son 60 concursos a ver quién caza al coyote más pesado y grande, pero también se caza zorro, marmota, lince, cuervos y jabalíes. Los conservacionistas protestan por la matanza con poco éxito, pues las asociaciones de cacería son más poderosas e influyentes. Estados Unidos es el único país del mundo que celebra concursos de matanza de animales de vida silvestre. La organización Human Society que lucha por la conservación afirma que no hay razón para la matanza de coyotes, porque es éticamente indefendible hacerlo y científicamente injustificado, no se aprovecha la carne y el coyote no pone en riesgo al ganado ni a la gente a la que regularmente teme. Las organizaciones de cazadores afirman que el coyote es un animal molesto y que padece sarna debido a ácaros y hambre. Gracias a la proliferación de armas y cartuchos, a la enorme facilidad con la que se puede comprar un arma, a la flexibilidad de las leyes, se cazan alrededor de 60 mil animales silvestres por año, sin contar conejos, mapaches, marmotas, gansos o patos. Solo en cánidos, la matanza, es importante.

En México hay una escasa vigilancia y aplicación de la ley federal de Vida Silvestre que al igual que nuestro vecino del norte, marca el mismo inicio y final de temporada en el calendario Cinegético, solo que en México, el coyote se caza todo el año.

La proliferación del Canis latrans en territorio mexicano se debe a que el número de cazadores es limitado, que no hay sobreoferta de armas y cartuchos, por lo que se recurre a venenos peligrosos y trampas, que es una forma mucho más cruel de matar a un animal.

Luego del cierre del Instituto de Ecología, A.C. en Durango, ninguna institución se ha encargado del estudio, del control, y de la preservación o erradicación de especies animales. Ni la Procuraduría Federal de Protección al Medio Ambiente (Profepa) ni la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) tienen el personal capacitado y el presupuesto necesario para vigilar el control de las especies y por ende la cacería de las mismas. Los mexicanos tenemos la Ley Federal de Vida Silvestre que presenta los principios éticos y regulaciones para el control de la fauna y su aprovechamiento, también hay una Ley Federal de Armas y Municiones que regula la posesión y uso del armamento, pero es la Sedena (Secretaría de la defensa Nacional) o el aparato militar quien dicta las normas de posesión y uso sin ninguna explicación técnica ni científica. Son -curiosamente- los mismos cazadores los que más saben o conocen de las especies animales, por lo tanto esos conocimientos los usan en su provecho.

La población de coyotes, por decir en Durango no está amenazada, sino que crece y se distribuye por el territorio ocupando los espacios que dejó el lobo o el puma. Lo que se requiere con urgencia es un plan de concientización para preservar las especies, que como el coyote son benéficas para los ecosistemas que tienden a autorregularse. Es también dejar atrás la perversión del matar por matar seres indefensos. Los gobiernos y sus dependencias no tienen interés en ello porque significa un gasto oneroso, sino que queda bajo la responsabilidad, educación y conocimiento del grupo de cazadores, que por supuesto, no hacen caso de su responsabilidad ética. Es opción de “cada quien”, efectuar su matanza.