El Ciudadano K: Adiós andenes de la Estación Central, dan permiso para destruirlos

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+Pronto veremos ahí otra ocurrencia.

“La historia muestra que nunca una clase ha cedido sus privilegios y ganancias”.

Octavio Paz.

Por Juan Nava Stenner

Alguna vez fui pasajero del tren a Regocijo o a estación Patos. No hace mucho, nomás a finales de los años 60 del siglo pasado, cursando ya mis “sixtytantos” no puedo más que recordar aquellos años con amor y respeto. “Los años felices” de inocencia y de una sociedad que habitamos un Durango donde todos éramos amigos, conocidos. Teníamos historia y cada uno de nosotros una propia. Decía yo que los trenes salían casi de madrugada y el alba nos alcanzaba ascendiendo chú, chú… las montañitas de Garabitos lentamente… La estación Felipe Pescador con su hermoso edificio y sus andenes queridos que me atiborran de recuerdos. Me subía a los viejos vagones cargado de lonches y rifles o escopetas, iba a los patos a Santiaguillo, con amigos que ya no están, hoy recuerdo esas vivencias de mi Durango de antes con su estación del tren…

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El destino es fatalista y como escribió Octavio Paz en su laberinto “nunca una clase social renuncia a sus privilegios”, por eso vivimos en un México corrupto, obtuso, asesino, chapucero, desigual.

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Una investigación del periodista Eliezer Name, revela que la demolición de la antigua estación del tren Felipe Pescador se ha iniciado en la oscuridad y la complicidad de unos cuantos. Todo va a depender de quién gobernó con rectitud y durangueñidad, es decir, como nunca de los nuncas se ha hecho…

¿Cuándo tendremos un gobierno de verdad responsable, duranguense y de nosotros?, ¿Será Marina Vitela?, ¿será Esteban Villegas alguno de ellos quien comande un gobierno verdaderamente duranguense? Francamente lo dudo. No ha habido, desde el gobierno de José Ramírez Gamero, un gobierno que proteja los interesas del pueblo de Durango y detenga la voracidad de constructores, funcionarios, empresarios, que acostumbrados a armar en familias enormes pilladas, han despojado o destruido cosas que nuestros ancestros nos heredaron.

Como la vieja estación del tren, llena de anécdotas y pasajes….

Molesta, duele, enoja, pero cada vez que nos llega un “gobierno visionario, progresista, de cambio”, irremediablemente retrocedemos vergonzosamente. Y nos hundimos en una corrupción que notoriamente ha sido infame. Cada vez que nos llega un “gobierno de gran proyecto” perdemos parte de territorio, propiedades del gobierno del estado, o algo de nuestra durangueñidad, como sucedió con los ex terrenos del DIF que fueron una donación al pueblo de Durango por parte de un particular y el gobierno de Herrera Caldera los regaló para hacer un hotel y centro comercial. Cada gobierno es igual y una caterva de funcionarios y arrimados a la Secretaría de Obras Públicas terminan millonarios con base a despojos y raterías que todos hemos visto al pasar los años.

¿Pruebas?, cada gobierno quema las suyas. Son pillos no son tontos.

El actual gobierno no puede quedarse atrás, y qué lástima, pero los dominan ya los asquerosos y turbios intereses económicos al obtener autorización para derrumbar los andenes de la antigua estación de ferrocarril, patrimonio de Durango y su gente y NO patrimonio de unos cuantos sátrapas que rapidito y chicoteando vieron una fortuna para desarrollar la modernidad sobre los escombros de la antigua estación ferrocarrilera. Tanto el INAH como el INBAL dieron autorización a la Secope para derrumbar los andenes porque concluyen que no son ni patrimonio artístico ni histórico de la ciudad y por eso se dio el permiso para la destrucción de estos andenes que estuvieron con nosotros 150 años al menos…

Los intereses económicos dominan siempre y pronto veremos ahí cualquier adefesio como ese que la Universidad Lobos está construyendo frente a las Alamedas en el antiguo barrio de Analco… Vaya un ¡clap, clap! ruidoso y espontáneo, porque vemos con claridad que Durango va a perder su fisonomía de ciudad colonial, gracias a marrullerías legaloides y a los nalgas prontas de obras públicas del municipio y del estado. ¡Que la historia los condene!…