¿Optimismo tóxico?

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MTF. Alfredo Arévalo

Hace unas décadas se populariza el término de “psicología positiva” iniciado por Martin Seligman, a partir de esto mucha gente se sintió motivada por la visión que se muestra, a raíz de esto se inicia con el modelo PERMA, mismo que engloba emociones positivas, compromiso, relaciones, propósito y logro. Luego de esto, como pasa con todo lo que crea tendencia, muchos profesionales, autores y empresas han abusado de este discurso optimista, en algunos casos hasta extremos contraproducentes.

Podemos creer, pero ¿qué hay de malo en una actitud positiva? Si de verdad se siente no hay problema, si te condicionas a tener esta actitud siempre, cada día, a cada hora, llegará un momento en que la energía se agote, y en ese momento puede llegar una gran tristeza, pues no estás consiguiendo el objetivo de ser feliz.

Los discursos motivacionales y las frases del tipo “puedes con todo”, “a veces se gana, a veces se aprende”, o “todo es posible si creer en ti misma” se asimilan fácilmente por las masas (independientemente de los resultados), son mensajes aceptados y pocas veces se cuestionan. Sin embargo, como ya lo he mencionado anteriormente, a veces el camino hacia la salud mental pasa por validar todas nuestras emociones (sean desagradables o no), y no negar esas emociones que se conocen como malas, densas, etc… forzando una falsa alegría que a veces no es genuina, solo una careta.

Presión social

Algunas personas suelen “llenarse” de frases motivacionales, citas de personajes famosos, y las asumen como auténticos dogmas, frases como “prohibido rendirse”, que no solo intentan aplicar consigo mismas, sino que presionan a otras personas a su alrededor para que compartan su nueva mentalidad. Este conflicto tiene su origen en la presión externa, pues así como esta persona ha encontrado la “felicidad” en este camino busca “compartir”.

En ocasiones es bueno compartir esas experiencias, pero si al hacerlo llevas expectativas que puede que no se cumplan, se presentan reacciones poco empáticas ante el otro como: “no te estás esforzando lo suficiente”, “tienes que creer en ti”, “ánimo, las personas fuertes se levantan siempre”. Este discurso llega al grado de afirmar “Ser feliz es muy fácil, y si no lo estás consiguiendo enseguida, es porque lo estás haciendo mal”.

Esta doctrina que afirma “toda tu felicidad depende de ti”, por añadidura suma la afirmación “todo tu sufrimiento depende de ti”, lo cual es normal, pues nos complementa, el problema está en que en ocasiones se llega a la conclusión lógica es que si sufro es culpa mía, y se deja de ver el contexto, todo eso que nos rodea, y que influye de manera directa o indirecta en nuestras decisiones, como el ser siempre positivo para ser feliz.

Negar el sufrimiento

Ya en otras ocasiones he hablado sobre el negarse a uno mismo, esta es una forma radical y completamente adoctrinada, pues el discurso de la positividad extrema es como ponerse una gafas para ver el mundo de color rosa, pero eso evita ver claramente todo lo que pasa a nuestro alrededor, solo la parte dulce, las victorias, los aprendizajes, las ganancias, la alegría,; y en automático negar la parte “fea” de la realidad como emociones no tan agradables, la tristeza, el enfado o el miedo.

La idea humana de clasificar llego a las emociones con modelo PERMA, pues se consideran las emociones como positivas y negativas, y esto en principio deja de ser real, pues si bien es que nosotros somos responsables de lo que sentimos, del significado que le damos a sucesos, y del impacto de las relaciones. También es claro que todo esto nos influye emocionalmente, el llorar cuando estas triste es porque lo necesitas, y el negarte eso es lo mismo tener hambre y decidir no comer.

Este enfoque crea una realidad alternativa en la mente de las personas, donde no hay problemas ni obstáculos, y donde la fuerza de voluntad y las ganas son lo único que uno necesita para triunfar en la vida y conseguir todo lo que se proponga. En esta falsa omnipotencia, uno olvida que el sufrimiento es una parte más de la vida, y que las emociones menos agradables también tienen una función evolutiva, y que reconocerlas y expresarlas es esencial para nuestra supervivencia y nuestra salud mental.

“Soy optimista. No parece muy útil ser otra cosa”. Sir Winston Churchill.

Sobreviviremos al próximo lunes… si aceptamos nuestra realidad.

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