El Poder Judicial y los litigantes, una piedra en el zapato

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Graciela Rosales / La Voz de Durango

Tiempos traen tiempos y aunque el Poder Judicial y los abogados nunca han sido de los más unidos, sí hay momentos en el recuerdo que hacen añorar la capacidad de diálogo entre el Poder Judicial y los abogados litigantes; es triste ver cómo un mismo sector se pierde entre la soberbia de unos y la falta de acción de los otros.

Sin conceder la razón a ninguna de las partes y como simple ciudadana, se observa cómo las diferencias se han ido profundizando, pareciera que la falta de operadores políticos de una y otra parte se empantanan sin atreverse a dar pasos firmes hacia la solución, hacia el trabajo conjunto y hacia la unidad.

Es lamentable cómo empañan el nombre de un estado con señalamientos y silencios que enrarecen el ambiente y golpean de una u otra manera la imagen de una entidad que sueña con brillar, con crecer y con una  justicia pronta y expedita como lo mandata la constitución.

Un problema sencillo que se manosea por tantas manos, llega ser un problema enorme y tal vez  innecesario, porque tantos dimes y diretes entre los abogados y el Poder Judicial, pudieron resolverse con apertura, con diálogo, con justicia.

Y si bien es cierto que es un poder autónomo y que el Jefe del Ejecutivo ha sido respetuoso, no deja de ser una piedrita en el zapato, el saber que una bomba de tiempo puede detonar en cualquier momento y que sus efectos podrían alcanzar temas tan sutiles y delicados como la justicia y la paz social.

El Poder Judicial es autónomo, pero cuantos intereses cuelgan de sus hilos y se entrelazan con intereses partidistas, electorales, económicos y sociales; su peso es inmenso, no solo por la naturaleza de su origen, sino por los efectos negativos que pudieran llegar y perjudicar a la sociedad, cuando realmente lo que se necesita hoy más que nunca, es caminar unidos.