¿Discusiones en pareja? (persigues o evitas)

MTF. Alfredo Arévalo

Por lo general, iniciamos nuestras relaciones lo mejor que podemos, aun así, especialmente con nuestra pareja, aparecen momentos en los que discutimos porque pensamos diferente o sentimos que la otra persona no nos entiende, no nos acepta o no nos quiere tal y como somos.

Cuando esta dinámica se repite una y otra vez a lo largo del tiempo, nos descubrimos repitiendo la misma discusión en diferentes situaciones, haciendo y diciendo las mismas cosas una, y otra, y otra vez. El entrar en este ciclo nos duele, nos hace sentir mal, y nos aleja de la persona que queremos; pero, ¿Por qué reaccionamos de la misma manera?, pues para protegernos nosotros mismos y protestar ante esta desconexión y la posible separación.

Dentro de la Terapia Familiar Sistémica, entendemos que esta tendencia de acción que se repite en cada persona de la pareja crea un ciclo negativo en el que cada una puede expresarse desde dos posiciones principales: evitar y perseguir.

La repetición de las conductas que solemos tener en pareja, especialmente en momentos de crisis, tienen una razón de ser: están siempre asociadas a cómo nos sentimos y a lo que pensamos tanto de nuestras parejas como de nosotros mismos. Nuestra conducta activa una reacción por parte de la otra persona, que también quiere defenderse.

Convivencia en pareja

De esta manera, podemos darnos cuenta que estos patrones de conducta se vuelven automáticos, se activan cada vez que aparece un conflicto; desafortunadamente, esta forma de interactuar con el fin de protegernos, resulta la mayoría de las veces en una mayor desconexión en la pareja.

Podemos analizar el ciclo desde dos perspectivas, lo que se actúa dentro de la discusión, y lo que se siente; cuando una de las personas de la pareja quiere hablar con el supuesto fin de “reconectar” o desde sus propios términos “solucionar” (perseguidor/a); mientras que la otra quiere dejarlo y retirarse de la discusión (evitador/a).

En el ciclo de lo que se actúa, los conflictos inician con un reclamo o una diferencia de opinión y va subiendo de tono dependiendo de la forma de relacionarse de la pareja, en el punto más alto algunas parejas con falta de control pueden llegar a los golpes, mientras que otras en ese mismo punto solo se gritan; al llegar a ese punto alto la pareja trata de parar y buscar un equilibrio, así que uno de los dos trata de retomar el control.

En la parte emocional de este mismo ciclo, podemos identificar cómo cada uno tiene una emoción diferente en cada punto de la discusión, y cuando llegan al punto máximo se conectan desde el enojo y la ira, puede haber muchas emociones en este ciclo, puede iniciar con frustración o angustia e ir subiendo a emociones más densas, pasando por la tristeza, desesperación, etc.

Estas emociones que sienten por dentro se activan durante el conflicto o discusión, y por eso insisten, exigen, critican, culpabilizan, demandan y pueden parecer hostiles, porque se enfadan abiertamente, pelean. Sus parejas pueden describirlas como intensas, que regañan, agresivas o implacables en sus argumentos y formas porque buscan recursos para «arreglar» la situación.

En cada uno de los ciclos se llega a una aparente “normalidad”, que es el punto donde la pareja ya “soluciono” el conflicto, pero en realidad solo se pospuso para la próxima pelea. Analizar estos dos aspectos del conflicto nos pueden ayudar a identificarnos en una de las dos partes, perseguir o evitar.

A menudo son personas que temen ser abandonadas por su pareja porque se sienten poco importantes para ella. Según John Bowlby, esta forma de comportarse son gritos desesperados para recibir atención, amor y cuidados; lo que necesitan es sentirse importantes, amadas y ser prioridad para su pareja.

En terapia

El objetivo primero es ayudar a ambas partes de la pareja a ver su comportamiento y el impacto que tiene en la otra persona. Se parte de la base que las acciones de cada persona se activan por las acciones de la otra, y en ambos casos tienen siempre una emoción vulnerable de base.

De esta manera, el objetivo con una persona en la posición de perseguir, es que durante el proceso se dé cuenta de sus emociones y sus miedos y pueda compartirlos con su pareja en el espacio seguro de la sesión, de una manera diferente, más calmada, más vulnerable. Y la persona en posición de evadir al compartir este mismo espacio seguro pueda expresarse mas abiertamente.

“Las parejas son las únicas que saben lo que ocurre en sus relaciones”.  Nieves García Bautista.

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