“En torno a la mítica figura de Villa no termina la discusión; ¿fue héroe o villano?”

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  • Aún es odiado por muchos descendientes de cuyas familias despojó de sus pertenencias durante la revolución mexicana.
  • “Pancho Villa es como el América, simplemente lo quieres o le odias”.

David Enríquez / La Voz de Durango

Hablar de la figura de Francisco Villa, cuyo centenario de su muerte se celebró el año pasado, resulta para muchos apasionados del tema enfrascarse en una discusión eterna, sobre todo porque hay puntos de vista encontrados respecto al papel que jugó en la historia; para sus detractores fue un desalmado, bandido y despiadado asesino, en tanto que también se le admira por ser personaje emblemático  pieza clave del triunfo de la revolución mexicana, cuya inteligencia y mente aguda le permitió  llegar a ser gobernador de Chihuahua, sentarse en la silla presidencial y encabezar una de las más grandes divisiones militares que llegó a invadir territorio norteamericano a pesar de su inferioridad numérica.

Visiblemente emocionados en torno a un tema como éste que siempre despierta pasiones, así se mostraron Juan Nava Stenner y su invitado, el historiador y escritor Gilberto Jiménez Carrillo, durante una emisión más del programa “Mesa de Redacción de La Voz”, transmitido diariamente  a través de plataformas digitales.

La biografía histórica de este personaje tiene muchas aristas, sin embargo, el historiador invitado reconoce que por encima de todo era un hombre de carne y hueso que por su condición humana llegó a cometer errores. No se puede pasar por alto que estuvo enmarcado en un contexto violento, máxime cuando se sabe que la guerra siempre es sangrienta, cruel, implacable y sanguinaria sobre todo contra los más débiles.

Sin duda Villa encarna a la revolución mexicana, inició como bandido defendiendo el honor de una de sus hermanas, se consolidó como tal e hizo nombre para posteriormente convertirse en revolucionario. “Perseguido, reconocido, odiado y vilipendiado; es un personaje al que se le puede comparar con el equipo de futbol América, simplemente lo quieres o le odias”, expresa esbozando una carcajada Jiménez Carrillo.

Era un hombre de los pocos que aún estando vivo ya era una leyenda, llamó la atención de periodistas norteamericanos en aquella época y en torno a él se fue creando un gran mito, máxime porque llegó a ser pieza clave en el triunfo de la revolución mexicana de 1910. Claro que cometió excesos, tuvo muchas mujeres, se casó cuatro veces y llegó a procrear se dice que 30 hijos, pero también es muy sabido que odiaba el alcohol o su gran cariño por los niños.

Un líder carismático de imponente presencia que debió tomar decisiones difíciles y para muchos quizá equivocadas, sin tratar de justificarlo debe entenderse que “en medio de la bola” siempre llegan a cometerse atrocidades. Que saqueaba, asesinaba, violaba y torturaba; fue cierto, pero lamentablemente así son las guerras y ejemplos en la historia hay muchos.

“Villa era un hombre hecho y derecho, a carta cabal que no toleraba las cobardías y no se andaba por las ramas, sus decisiones eran fuertes a tal grado de rayar en la barbarie como lo sucedido en Namiquipa, Chihuahua, donde encabezó uno de los hechos más aberrantes del movimiento revolucionario en agravio de cientos de mujeres que fueron mancilladas; hechos registrados en la historia y que le hicieron ganarse el odio de miles de personas.

Desde los 16 años comenzó su carrera de bandido obligado por las circunstancias, rodeado de los más insignes bandoleros de aquel tiempo como Heraclio Bernal o Ignacio Parra, fue aprendiendo sobre la marcha, conocía las labores del campo, sabía trabajar la tierra, arriar ganado y tenía una inteligencia arriba del promedio que le permitió escalar a grandes niveles en la revolución. Aunque fue el mejor guerrillero y bandolero, bien pudo convertirse en próspero comerciante, ganadero o hacendado por todos los conocimientos que poseía.

Pero también es admirado por su valentía y arrojo a favor de la causa social que defendió, luchando contra las injusticias del poder llegó a crear uno de los ejércitos mejor entrenados de aquel momento, la División del Norte, llegó a ser gobernador del estado de Chihuahua y aunque no fue presidente de México se sentó en la silla presidencial, llegando incluso a invadir en marzo de 1916 la pequeña población texana de Columbus con poco más de 500 hombres. Fue perseguido encarnizadamente por 10 mil soldados “gringos”, pero ni así lo atraparon.

En Durango como Chihuahua e incluso Estados Unidos, todavía continúan las discusiones respecto al actuar de Francisco Villa. Si bien es cierto hubo muchos afectados en territorio estatal que sufrieron despojos de riquezas o propiedades, en realidad este revolucionario pocas veces estuvo en la ciudad de Durango, si acaso tres ocasiones, pero nunca atacó con sus tropas él directamente.

Aunque es un tema interminable, el historiador cierra diciendo que Villa jugó dos roles en la historia; azote de los ricos y justiciero de los pobres, pero a 100 años de su muertes resulta ya irrelevante si fue malo o no, porque su nombre está plasmado en la historia del país y de él siempre se seguirá hablando.