Escasez hídrica, la vida de las comunidades rurales

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  • Dura realidad.
  • Día a día, decenas de familias duranguenses sufren la falta de agua e infraestructura para transportarla.

César Rodríguez / La Voz de Durango

En las zonas rurales es común utilizar el agua de riego para el aseo del hogar, lavar ropa y trastes o incluso preparar alimentos; sin embargo, en muchas ocasiones esta no cuenta con la calidad adecuada para ser utilizada en dichos usos, más cuando proviene de las aguas residuales de las ciudades.

En el caso de Durango, según el último reporte del Coneval, se estima que casi una tercera parte de las viviendas localizadas en comunidades rurales con población menor a los dos mil 500 habitantes carece de agua potable, y más de 50 por ciento no cuenta con servicios de alcantarillado o saneamiento básico.

Si bien la falta de agua va ligada a la pobreza, el hambre, el desempleo juvenil y la migración forzada son problemas comunes en las zonas rurales de la entidad, donde la mayoría de los jóvenes tienen que buscar mejores oportunidades en otras ciudades e incluso países, con el objetivo de sacar adelante a su familia.

Si bien la mayoría de la población tiene que acarrear a pie su agua y posteriormente almacenarla, la falta de agua potable puede provocar enfermedades transmitidas por el agua, como la diarrea, la fiebre tifoidea y la hepatitis A. Además, la falta de agua también puede afectar la higiene personal y la limpieza en los hogares y las comunidades, lo que puede aumentar el riesgo de enfermedades infecciosas.

Se ha avanzado en la materia, no obstante, la población rural cada vez es menor a raíz de las problemáticas que viven día a día, por lo que en el 2024 algunos expertos prevén hambruna y un crecimiento de la pobreza extrema en la entidad, derivado de la sequía.