Poco a poco se extingue el oficio de zapatero

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  • El calzado actual carece de calidad, por lo que con las facilidades de pago es más sencillo comprar otro par que llevarlos a reparar.

César Rodríguez/ La Voz de Durango

El oficio de zapatero existe en Durango desde principios del siglo XX, donde el ritmo de vida de aquel tiempo desgastaba el calzado en su mayoría vacuno, que por la economía era más obligado llevarlo a reparar que comprar otro par.

Actualmente, en la ciudad capital se va perdiendo este noble oficio, puesto que tan sólo en el primer cuadro, cada vez es más complicado encontrar a un profesional de la reparación del calzado.

En entrevista para La Voz de Durango, Daniel Molina, quien lleva más de 30 años de trayectoria en el negocio, indicó que cada año tiene menos trabajo.

Si bien, este negocio lo aprendió de su padre, los tiempos han cambiado y la calidad de unas botas, sandalias o zapatos es mucho menor a las producidas hace un par de décadas, por lo que se consideran productos desechables que a unos cuantos meses se deben de cambiar.

En tal sentido, las facilidades de pago en conjunto con las opciones económicas, derivan en que los usuarios busquen comprar un par nuevo en vez de llevar a reparar, “hay zapatos hasta de 250 pesos y a pagos, las personas prefieren comprarse otros a traerlos a reparar”, mencionó.

Si bien, en la pandemia del Covid-19, la inflación derivó en un alza de reparaciones, actualmente el número de clientes ha bajado considerablemente, sobreviviendo de trabajos especializados en bota vaquera para hombre y mujer.

Para concluir, Daniel Molina indicó que varios negocios han optado por cerrar y otros por cambiar el giro, “son negocios que tuvieron que cambiar su giro, ya que no podían con las rentas”, concluyó.