Afecta cultura delictiva a nuevas generaciones

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  • Imposible censurar.
  • El fenómeno ha afectado diferentes aspectos culturales como la música, literatura, moda, arte, arquitectura, costumbres y modo de vida, vehículos, estética corporal, pero ante todo la normalización de la violencia y el culto a las armas.

César Rodríguez / La Voz de Durango

Los jóvenes que se desarrollan en lugares donde el crimen es parte de la cotidianeidad, viven una doble violencia estructural: una generada por la pobreza, marginación, inequidad, desempleo, abandono familiar y escasas opciones a futuro; y otra, que emana del delito como dinámica socioeconómica. Ambas se enlazan con una violencia simbólica que se traduce en una presión social hacia los jóvenes para que logren su inserción en la sociedad mediante el éxito económico y el poder adquisitivo; de ahí que ellos consideren que aspectos como tener dinero y vestir a la moda, sean elementos esenciales en el logro personal.

De tal manera, el magistrado presidente del Tribunal para Menores Infractores, Álvaro Rodríguez Alcalá, indicó que actualmente los medios de comunicación y redes sociales ofrecen un bombardeo intenso a las nuevas generaciones en estilos de vida ligados al crimen, como algo digno de admirar.

El consumo de estupefacientes y la normalización de la violencia se han hecho vez más constantes como cultura de entretenimiento, lo que dificulta a los jóvenes a distinguir la realidad de la ficción.

En ese sentido, Rodríguez Alcalá hizo hincapié que es imposible censurar este tipo de contenido, por lo que es necesario que desde la familia se promuevan los valores y herramientas para que el mismo adolescente haga su juicio sobre lo que es correcto o no.

“Esas situaciones van a estar ahí, por otro lado vamos nosotros a estar ahí, queremos prevenir este tipo de situaciones y acercarnos a ellos a través de redes sociales que ellos conocen”, mencionó.

Cabe mencionar que el fenómeno ha afectado diferentes aspectos culturales como la música, la literatura, la moda, el arte, la arquitectura, costumbres y modo de vida, vehículos, estética corporal, pero ante todo la normalización de la violencia y el culto a las armas.