¿Las películas como reflejo de nuestra vida?

0
574

MTF. Alfredo Arévalo

Desde la narrativa de nuestra historia de vida buscamos un sustento que nos ayude a comprender las situaciones que vemos en aspectos cotidianos, un significado del amor, la amistad, como nos comportamos cuando estamos enamorados, cómo afrontar los problemas, superar la ruptura, enfrentar a nuestros propios demonios, etc.

Dentro de esta necesidad está el ver historias de cómo “otros” consiguen lo que quieren, nos muestran historias para que empaticemos con los protagonistas, en situaciones donde debe asumir una responsabilidad, tomar una decisión, vivir una tristeza, el enojo por alguna injusticia, un deseo de superarse, etc.; y dentro de estos espejos nuestra cabeza les da un lugar importante no solo en la historia que vio, sino como parte de su misma historia.

Este proceso de integración de la historia es parte de nuestra herencia histórica y biológica, pues desde que se compartieron historias frente a fogatas se brindó la oportunidad de cambiar la visión de nuestro mundo, y nuestra persona. Cada uno de nosotros nos contamos que somos buenos para algunas cosas y malos para otras, que tenemos ciertas cualidades y tantos defectos, que hemos vivido situaciones que nos marcaron y que tenemos los planes de vivir nuevas aventuras.

De esta manera, el deseo de integrar nos da la oportunidad de formar una imagen de nosotros mismos y de lo que pasa a nuestro alrededor, cómo responderemos ante las complicaciones y en general qué aspectos de lo que hemos vivido tienen mayor peso que otros. Pero aquí viene la trampa…

Pues como hemos hablado anteriormente existen diversos sesgos cognitivos que distorsionan lo que está pasando y nos hacen creer que es una verdad tan real y tangible que no se puede cambiar. Aquí se relacionan de nuevo las películas a nuestra vida, ¿algunas ves les ha pasado que se identifican tanto con un personaje que comienzan a actuar similar a ellos?

Aquí decidimos que nuestro significado sea lo más similar a este personaje, podemos tener características similares, pero uno es ficción y otro real, en varias ocasiones tendemos a perdernos en estos significados que creamos de nosotros mismos, unos más alejados de la realidad que otros.

En este sentido es importante reflexionar sobre lo que somos y queremos ser, no en relación a un personaje, sino al auto significado, pues todo eso que nos repetimos de manera constante en algún momento se convierte en realidad. El artículo anterior hablamos de síndrome de impostor, en ese sentido el no creerse lo suficientemente bueno para la realidad que están viviendo es un sesgo presente en el auto significado.

Entonces, ¿podemos confiar en lo que creemos de nosotros mismos?, al ser una narración que nosotros realizamos puede haber muchos puntos de ficción, y como en las películas, hay aspectos fuera de la realidad. Cada uno de nosotros somos seres cambiantes, aprendemos y desaprendemos de manera constante, al decir que de cierta manera estamos evadiendo esa flexibilidad y cambio.

Este comportamiento puede estar presente sin ningún tipo de conflicto, no obstante, en varias ocasiones eso que nos repetimos tantas veces nos puede llevar a un punto de desesperación y malestar en donde aunque busquemos una salida no la vamos a encontrar. En este punto es necesario iniciar un proceso terapéutico, para que alguien ajeno a nuestra historia de vida pueda descifrar cuáles narraciones son las que nos han hecho daño y encontrar una forma de modificarlas.

“Todo nuestro conocimiento es conocernos a nosotros mismos”.  Alexander Pope.