¿El hombre de la casa?

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MTF. Alfredo Arévalo

Esta frase es muy común en las familias mexicanas, y tiene que ver con la idea de una familia tradicional: papá, mamá, e hijos. Actualmente hemos observado que existe una variedad de familias que se han formado en base a las necesidades de las personas, no obstante, aun con toda esta diversidad, aún está el mandato familiar que debe haber un “hombre de la casa”.

Podríamos creer que es solo en familias de “antes” donde se siguen al pie de letra ciertas costumbres, pero para romper esta idea pondré de ejemplo la historia de tres de mis pacientes.

Uno es un hombre de 58 años, casado con tres hijos mayores de edad; Dos es un joven de 29 años; y Tres es un joven de 17 años.

Tres vive con su mamá y dos hermanas, su padre por cuestiones de trabajo sale frecuentemente de casa, cuando era más joven a la edad de 10 años, su padre hace el primer viaje de un mes, en ese momento le dice “vas a estar a cargo de la casa, cuida de tu mamá y tus hermanas, si algo se descompone tu sabes cómo arreglarlo, eres el hombre de la casa”.

A siete años con ese mandato de su padre él sigue tratando de hacerse responsable de la casa, sus hermanas y su madre, se ha obligado a madurar y asumir una postura paternalizada, donde cumple las obligaciones que se le encomendaron aun a costa de sus propias experiencias, pues aun cuando a él le gustaría salir con sus amigos o tener novia, tiene cosas que hacer en casa.

Dos vive con su mamá y su hermana, su padre al trabajar en minas ha estado alejado la mayor parte de su vida, cuando era niño vivían cerca del trabajo de su padre, pero con el tiempo ambos padres deciden que no es saludable y se asientan en un solo lugar, en ese momento tenía 6 años, y su padre le dice “ahora serás el hombre de la casa, vas a tener que cuidar a tu mamá y a tu hermana”

Ya pasaron 23 años y aun continúa cumpliendo las obligaciones que él cree que debería hacer el hombre de la casa, llega a un grado donde ya después de haber ido a dormir se levanta a revisar si está cerrado el gas, está el candado en la puerta del jardín, cerradas las puertas y ventanas.

Uno acude a terapia porque ha tenido un conflicto con su esposa y se separaron hace seis meses, él es un hombre muy rígido, usa frases como “así se deben hacer las cosas”, “tengo la razón porque he vivido más cosas”, “esta es mi obligación”. Cuando tenía 12 años su papá se fue a trabajar a estados unidos y le dijo “me voy a ir a trabajar, tú te quedas a cargo, debes de cuidar a tu mamá, cuida la casa, cuida a tus hermanas y hermanos, tomas las decisiones que sean mejores para la familia”.

Han pasado 46 años, y menciona que cuando él era niño metía a sus hermanas a la casa cuando estaban afuera con el novio, que se hacía cargo de regañarlos, que decidía cosas relacionadas con el hogar y siempre siguió esta orden de su padre, el decide hacer su vida a los 18 años, pero el mandato continúa siendo parte de él.

¿Cómo es ser el hombre de la casa?

En los tres ejemplos observamos que se crea una “obligación”, algo que se debe de cumplir y que son responsables de todo lo que pase en casa; esta obligación los hace ocupar momentáneamente el papel de padre, esto de manera inconsciente trae muchos conflictos, sobre todo en el significado de la pareja y la relación con otras personas.

Comienzan a creer que tienen que asumir posturas rígidas porque a su corta edad no les harán caso, pero como ellos tiene que cumplir ese mandato hacen todo lo posible para modificar su conducta. Se vuelven más exigentes con los demás y consigo mismos, esta estructura rígida puede mantenerse a lo largo de su vida y responde de manera desafiante a la autoridad, y en la lucha de poder en la relación de pareja reaccionar de manera muy tajante, lastimando a la pareja o incluso siendo violentos.

Pueden tender a la depresión o a la ansiedad, dependiendo de qué tan bien cumplieron esta orden; en el caso de no cumplir las expectativas de su padre ellos asumen una culpa muy grande. En este sentido es importante resaltar una cosa, la imagen del padre al que ellos están obedeciendo no es su padre real, es una creación de ellos donde se idealiza en exceso esta figura, y que en muchas ocasiones al verla de manera real ocasiona una ruptura en la relación.

Para evitarlo…

Creo que a estas alturas podemos identificar el peso de estas palabras, y como desde la personalidad de cada uno de ellos esto se asumió de manera diferente, para evitarlo la solución más obvia es no decirles estas palabras a sus hijos, pero si tomamos en cuenta que la comunicación es verbal y no verbal es donde se complica.

Anteriormente hablamos de los significados que formamos a raíz de la relación de mamá y papá, estos significados son idealizados, de tal manera que nuestra visión de las circunstancias pueden modificar ese significado. Me explico.

Si tenemos un padre rígido y exigente, puede que nosotros mismos en algún momento seamos así ya sea con nuestros hijos, la pareja, o con nosotros mismo; en ese sentido el padre está presente, nunca se dijeron estas palabras, pero se creó una obligación de que un padre “debe ser de esa manera”.

Entonces la manera de evitarlo puede ser un poco más complicada, la estructura de la familia debe mantener límites claros, donde quienes toman las decisiones son los padres, sea uno o ambos, así los padres asumen responsabilidades de padres y los hijos responsabilidades de hijos. En cuanto al mandato al mandato no verbal hay que vigilar que nuestras propias exigencias no caigan en nuestros hijos, obviamente todos generamos expectativas, pero es necesario reconocer lo que nos pertenece a nosotros desde nuestras carencias, porque todo lo bueno y malo puede ser replicado en algún momento por ellos sin darse cuenta de dónde viene.

“Muchas personas deben padecer durante su niñez ese trato correctivo que no responde sino a las obsesiones, más o menos arbitrarias, de los padres”.  Guadalupe Nettel.