¿Huevo de doble yema?

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MTF. Alfredo Arévalo

Hace unos días leí en un libro que utilizaba la metáfora del huevo de dos yemas para referirse a la relación de pareja, esto me pareció muy interesante, pues desde la conducta de la pareja al principio de la relación podría entenderse que existe esta no diferenciación, ambos están dentro de algo que en apariencia sirve para protegerlos, y por medio de esto se crea un vínculo aparentemente sólido.

En diversos procesos terapéuticos he atendido a parejas que inician la sesión desde la frase, “es que mi pareja no me comprende”, “pienso que va a hacer lo correcto y hace otra cosa”, “tiene que darme lo que necesito”, “si me amara no tendría que pedirle que hiciera las cosas”.

Frases como estas demuestran que dentro del significado colectivo se ve a la relación de esta manera, como si fuera algo simbiotizado, que no hay dos personas solo una, podría decirse que esta es una idea romántica, pero viene desde “la necesidad de que la pareja no se vaya porque dejaría de ser yo”.

Es un vínculo que se ha deformado a conveniencia, para no sentirme solo, y ser parte de algo que me “complementa”, lo comparo con el principio de la relación porque la mayoría vivimos alguna etapa así donde la pareja se aísla de los demás para iniciar la relación.

Se dejan amistades, cambia la rutina, buscas estar con la pareja y ser uno con él o ella, y se envuelven en este cascarón que dentro de la mente se ve como algo fuerte, pero es frágil. Muchas parejas se mantienen en este tipo de relación, donde todo está perfecto mientras nada cambie, sigan siendo prioridad, pero al momento de que uno de los dos busca su crecimiento, comienza a tener una vida fuera del cascarón, se comienza a generar la incomodidad, pues inicia un proceso de diferenciación.

¿Quién dijo que la relación afectiva es una cárcel? ¿El amor implica estancamiento? ¿Por qué algunas personas al enamorarse se pierden? ¿El amor debe ser castrante? ¿Realmente el vínculo afectivo requiere estos sacrificios?

Estas preguntas se vuelven absurdas si les buscamos un significado real, no obstante, como he mencionado anteriormente, todo lo que nos rodea nos hace confundir el amor con la dependencia, pues si no te entregas a tu pareja no hay amor verdadero, se han planteado rituales para demostrar que este sentimiento es real, y todos en algún momento los hemos seguido, porque así nos lo enseñaron.

La parte dependiente de la relación nos hace creer que dentro de ese huevo de doble yema estamos protegidos, pero la realidad es que eso nos impedirá desarrollarnos a nosotros y a nuestra pareja, y como es de esperarse de algo tan frágil, cuando la tensión en la pareja es demasiada el cascarón se rompe.

Entonces la pareja se enfrenta a la realidad de que todo esto que idealizo no tenía un propósito lo bastante fuerte para soportar los cambios que se dan en todas las parejas, así como el respeto y aceptación de la individualidad del otro, rompiendo la idea romántica del “felices para siempre” de una manera que deja lastimados a ambos.

¿Sería mejor creer que todo se termina? Esta pregunta la hizo una de mis pacientes luego de una explicación similar a este artículo, donde se planteaba como debería ser una relación saludable. La respuesta era bastante obvia pero no por ello aceptada, todas las relaciones terminan de una u otra manera, no necesariamente tiene que ser algo trágico o carente de amor, puede ser un proceso natural donde la pareja no tuvo suficiente atención y dio por hecho que el amor dura para siempre y dejó de interesarle trabajar en una relación que dure mucho tiempo.

Por ello puede que así como la muerte te hace valorar la vida, pensar que tu relación terminará en algún momento te hará esforzarte para cuidar que esto dure por más tiempo.

“Son pocos los que quieren libertad; la mayoría solo quiere tener un amo justo”.  Salustio.