¿Niño herido?

MTF. Alfredo Arévalo

El niño herido es en primer lugar una metáfora de nuestras experiencias negativas de la infancia, te puedes acordar de tu infancia y adolescencia como un momento en el que aún no entendías muchas cosas que pasaban a tu alrededor. ¿Por qué mamá y papá pelean tanto? ¿Por qué mamá y papá no viven juntos? ¿Qué hago cuando mamá llora o cuando grita? ¿Cómo hago para que vean mi esfuerzo? ¿Por qué mi papá nunca me sonríe, qué estoy haciendo mal?

Estas pueden ser preguntas ejemplares que un niño en edad escolar se hace a diario, ante las situaciones que observa en su hogar. Algo que muchas personas no saben sobre esta edad es que los niños, inconscientemente, también responden estas preguntas y suelen darse explicaciones; muchas veces, asumiendo la responsabilidad ellos.

Es decir, siempre piensan que los problemas están relacionados con algo que ellos hacen mal, o piensan que ellos deben hacer algo para mejorar la situación.

Las preguntas que se hacen los/las niño/as en su gran mayoría tratan de asegurar su vínculo con los padres (o figuras de cuidado principal). Para un/a niño/a es vital saber que mamá y papá están cerca y que lo reciben y lo aceptan, porque eso garantiza su supervivencia.

Es una necesidad instintiva que tenemos todos los seres humanos al inicio de la vida, necesitamos garantizar nuestra supervivencia y eso, siendo niños, lo hacemos asegurando que nuestros cuidadores estén cerca. Cada niño buscará sus propias estrategias y siguiendo su propia lógica infantil para hacerlo. Pero con esta lógica puede ir en contra de sí mismo, siendo muy severo consigo mismo y así deja heridas.

Sistema de creencias

Tú también has construido creencias en tu infancia, creencias sobre ti mismo (soy bueno, malo, inquieto, tonto…), sobre las demás personas (mama se irrita, hay que cuidar la salud de papa), sobre las relaciones (cuando hablo mucho les molesto, hay que hacerles reír…), sobre el mundo (afuera hay muchos peligros) y sobre el futuro (el futuro es incierto, debo asegurar mi futuro).

Estas creencias nos dieron una guía muy importante, la cual pensamos que si las seguimos y actúas en función de ellas estaremos seguros, recibiremos amor y aceptación.

Cada niño/a tuvo experiencias diferentes y según sus experiencias construyó sus propias creencias y estableció un concepto sobre sí mismo, los demás y el mundo. Entonces este niño herido representa las creencias y la autoimagen negativa que has construido en tu infancia.

Son tus heridas porque representan creencias negativas sobre ti mismo y tus miedos, como por ejemplo: “No hago lo suficiente”, “Soy inadecuado”, “No valgo nada”, “Soy feo/a”, “Soy muy gordo/a o soy demasiado flaco/a”, “Soy una carga, no soy deseado”, “No puedo hacer nada”, “No puedo confiar en nadie”, “Yo tengo la culpa”, “Debo ser tranquila/o, debo ser obediente”, “El mundo es injusto”.

Como está convencido de estas creencias y en su pensar amenazan su seguridad de recibir amor y protección, hace lo posible para combatir contra ello. Por ejemplo, si temes que eres una carga o un peso para tus padres, haces lo posible para no ser una carga: No hablas de tus problemas, no exiges nada para ti, intentas ser lo más liviano posible para tus padres y luego también para otras personas.

¿Cómo afecta tu vida adulta?

La infancia ha dejado sus huellas, y el pasado no se deja enterrar tan fácilmente. Desde el momento que comienza tu vida, comienzas a escribir historias y las creencias que has adquirido sobre tí mismo en la infancia, las llevas en la vida adulta igual, porque también te han funcionado en muchos aspectos.

Si miramos el ejemplo de un niño que creció con mamá y papá, ambos muy ocupados (no por malos, sino por necesidad obviamente) y este niño aprendió que “no debe molestar”, que debe dejar a mamá y papá que hagan sus cosas, porque las necesidades familiares, son más importantes que las necesidades personales del niño.

Sobre la marcha este niño aprende a obedecer, a no pedir o pedir con mucho recelo, a hacerlo todo por sí solo y se encarga de no ser un peso más para sus padres, las creencias que adquiere sobre sí mismo podrían ser: No debo molestar, no soy tan importante, mis necesidades no cuentan, mejor hago lo que me digan para que nadie se moleste.

Esas creencias se mantienen en la vida adulta y se reflejan en sus relaciones, en su trabajo y en su postura para enfrentar los retos de la vida, siempre bajo el lema: no debo molestar, mejor hago que me digan, etc.

Cuando has identificado tus heridas de la infancia eso te permitirá atenderlos de manera diferente. Primeramente, es bueno hablar con tu niño/a herido/a, tratarlo desde tu Yo adulto como un padre o madre compasivo. Es decir, explicarle (explicarte a ti mismo) que las cosas que pasaron antes, no fueron tanto como piensa.

Lo más importante para tu niño/a interior es que sea atendido/a con amor y compasión. Un niño nunca tiene la culpa, siempre requiere del acompañamiento responsable de un adulto y así mismo aprenderás a acompañar a tu niño/a interior desde tu Yo adulto, con compasión y benevolencia, para que puedan sanar sus

“Se habla mucho del amor de los padres y madres hacia sus criaturas, pero nadie ama como un niño, por eso nadie juzga como un adolescente”.  Dolores Redondo.

Si quieres iniciar un proceso terapéutico personal, de pareja o familiar, puedes contactarme al 618-152-79-65; estaré encantado de atenderte.

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