- De milagro.
- Sandra Iliana dijo que hoy su plan es quedarse en Durango a empezar de cero y espera a reencontrarse con su esposo.
Alejandro Valencia / La Voz de Durango
En pleno inicio de la guerra entre Ucrania y Rusia miles de ucranianos y personas de otras partes del mundo decidieron dejar el país para no morir, entre ellas se destaca una familia de mexicanos que logró salir de milagro el pasado 2 de marzo de la ciudad de Járkov que colinda con Rusia.
Sandra Iliana Monárrez Salva, mexicana de origen y que tiene toda su familia en Durango habló de su travesía con destino a México que terminó el pasado 21 de marzo.
“Fue muy difícil salir porque (Járkov) fue la primera ciudad que estuvieron bombardeando y fue casi inhumano salir, pero la verdad tuvimos una ventana de oportunidad que la aprovechamos y conseguimos un vehículo que estaba en el centro cuando estaban bombardeando”, explicó.
Sandra Iliana, relató que su angustia de no saber qué podría pasarles en Ucrania era tan grande que escapar fue una apuesta de vida o muerte, dado que si se quedaban en el edificio donde vivían en cualquier momento podrían ser bombardeados o tal vez no.
“Le decía a mi esposo o nos quedamos a morir en el edificio o lo intentamos huyendo y lo intentamos y gracias a Dios, estamos aquí”, dijo.
De la ciudad de Járkov, también logró salir su suegra, su perro, su hijo de 20 años y otro mexicano que lograron rescatarlo en el vehículo que abordaron en el centro de la ciudad.
“Literalmente lo agarramos en el camino, cuando yo llegué con el carro porque yo manejé, ya que mi esposo no sabía manejar, fui sorteando las bombas y cuando recogí a este mexicano atrás de él bombardearon, literal se salvó la vida corriendo y entró al carro, éramos nada más nosotros”, relató.
Esta sobreviviente de la guerra entre ambas naciones describió Járkov como un lugar destrozado por misiles con personas calcinadas al interior de sus vehículos que no lograron salvarse, también habló de mucho dolor, tristeza y desesperanza, ya que cientos de ucranianos no pudieron salir del país.
“El escuchar las bombas día y noche mientras salíamos de ahí, ya podíamos detectar una bomba, chiquita, de largo alcance, un misil sofisticado, es muy difícil, todavía ahora si oímos algunos sonidos, nuestro cuerpo vibra, ya está programado con un miedo”, comentó.
Hasta el momento el plan que tiene Sandra y su familia es quedarse en Durango a empezar de cero y con la esperanza de volver a ver a su esposo, quien tuvo que quedarse en Ucrania por decreto presidencial, actualmente su pareja se encuentra en monasterio católico después de ser acogido por unos padres y seminaristas mexicanos y hoy por hoy se dedica a la ayuda humanitaria.
Fue gracias al apoyo de las embajadas de México que están en Ucrania y Rumania, de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) de México y también del gobierno del estado de Durango.
