Juntos, por el empoderamiento femenino

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Por: Ma. de la Luz Elvia Gutiérrez Simental

Todavía queda mucho trabajo por hacer, existen claras desigualdades entre hombres y mujeres en lo laboral y empresarial: los sueldos de las mujeres son menores; los empleos con mayores condiciones de riesgo por informalidad son mayormente de mujeres; el mundo de las empresas está en manos de los hombres, en fin.

A manera de síntesis, de acuerdo con el Índice Global de Brecha de Género 2021, publicado por el Foro Económico Mundial, se necesitarán más de 68 años para alcanzar el equilibrio entre hombres y mujeres en Latinoamérica.

Esta desigualdad se vive desde lo cotidiano, por ejemplo:

  • al nacer, mamá se preocupo por mi futuro al saber que era niña, pues las niñas sufren más;
  • atiende a tus hermanos que llegaron de estudiar -decía mamá cuándo yo también llegaba de la escuela;
  • al elegir estudiar electrónica en la prepa, un maestro me dijo ¿usted, que está haciendo aquí? No va a pasar, asÍ que, las mujeres a su casa;
  • mi padre me dijo, las mujeres no estudian, se casan, mejor te ponemos una estética en la esquina;
  • era considerada la secretaria de Instrumentación y no la pasante de ingeniería cuando hacía mis prácticas profesionales.

Por todo esto, para construir una auténtica cultura de igualdad, es indispensable la aportación de los varones y el trabajo en equipo.

Creo en que todo ser humano, tiene valor por su dignidad como hijo de Dios – para los creyentes- o por el simple hecho de existir.

Creo que somos iguales en dignidad pero diferentes en talentos y habilidades.

Construir un entorno que favorezca el desarrollo integral del ser humano, es el derecho de todos, pero también es responsabilidad de cada uno.

Existe un enfoque en el entorno familiar que se conoce como corresponsabilidad familiar, es decir te corresponde y me corresponde, somos responsables más allá del género, la edad, la cultura, la educación, la religión, la situación económica, etc.; donde no se trata de ayudar a la mujer en las tareas del hogar, por el contrario, a cada miembro de la familia le corresponde sumar al bienestar de todos. La aportación de cada uno dependerá de su talento y habilidades, pero no es aceptable que se escatime.

Desde este enfoque, la construcción de una sociedad igualitaria, te toca y me toca, dónde somo uno al reconocer mi dignidad y tu dignidad.

La educación es el camino más eficiente para contar con un piso parejo, desde donde podamos iniciar nuestro desarrollo. Un discurso que se enfoque en la igualdad y evitemos la idea de separación entre hombres y mujeres, este discurso necesitamos difundirlo desde el hogar, con el fomento de la corresponsabilidad de todos los miembros de la familia, igual que en la sociedad.

Destacando el valor de lo femenino y de lo masculino, sin necesidad de competir, de anularse uno al otro o de calificarse uno mejor que el otro.

En conclusión, juntos es cómo podemos superar las desigualdades que padecemos en la actualidad.

“Un feminista es todo aquel que reconoce la igualdad y la plena humanidad de mujeres y hombres” Gloria Steinem, periodista

Y tú ¿eres capaz de reconocerte feminista?