- Ante aumento de suicidios.
- Se está tratando el problema desde un punto de vista clínico, pero dejan de lado el tema espiritual y familiar: presbítero Francisco del Campo Galindo.
- «Esto se ha agravado por la ausencia de valores en la sociedad, donde la riqueza material tiene un mayor peso».
César Rodríguez / La Voz de Durango
“Tenemos que aprender a reconocer que Dios nos ama, pero también aprender a amar”, esas fueron las palabras del párroco de la Catedral Basílica Menor de Durango, Francisco del Campo Galindo, ante las defunciones registradas por suicidio en el estado, además enfatizó el hecho de que se ha tratado a las personas con ideación suicida desde un punto de vista clínico, sin embargo, no se atiende el tema espiritual y familiar.
Aseveró que la prevención del suicidio debe ser una prioridad para la sociedad, no solo por la cantidad de muertes por esta causa, sino por los efectos perdurables que tiene en la salud mental de los círculos familiares y sociales de las personas que deciden quitarse la vida.
Cabe mencionar, en México, ocurrieron seis mil 710 suicidios en el 2018, con una tasa de 5.4 suicidios por cada 100 mil habitantes, sin embargo, la preocupación se encuentra a raíz del incremento continuo, ya que la tasa de incidencia sube año con año, donde en el 2020, se registraron siete mil 689 casos, la mayor cifra en una década.
En el caso de Durango, se han registrado hasta el 8 de diciembre, un total de 160 suicidios, pasando la cifra histórica del 2019 con 153, por lo que las autoridades de salud definen como alarmante a esta situación.
No obstante, el padre Pancho, como comúnmente se le conoce, manifestó que este tipo de situaciones se han agravado a raíz de la pandemia del Covid-19, no por el hecho de la enfermedad y el confinamiento, sino por la ausencia de valores en la sociedad, donde la riqueza material tiene un mayor peso que la espiritual.
“Muchas de las veces las personas no encuentran cómo Dios puede alumbrar su camino o cómo ayudarlos, sin embargo, las puertas de la Iglesia siempre estarán abiertas para todos”, aseveró.
En ese sentido, envió un mensaje a todos los jóvenes y personas con problemas de cualquier índole, donde pesar de las circunstancias que atraviesen, no pierdan su esencia y mucho menos su fe en la palabra, ya que las situaciones son pasajeras y siempre hay otros caminos para poder resolver las adversidades.
Refirió que uno de los objetivos de la Arquidiócesis es el auxiliar a la juventud duranguense en su salud mental y espiritual, además de orientarlos para evitar consecuencias fatales.
El presbítero exhortó a todos los padres de familia a mantenerse en contacto con sus hijos y reforzar sus valores familiares con actividades y convivencia, donde al primer comportamiento extraño, signos de depresión o ansiedad en sus hijos, brindarles la importancia que se merece y no creer que son “cosas de la edad”.
“Niños, niñas, jóvenes y adolescentes los invitamos a quererse, a motivar su amor propio, y padres de familia deben de aprender a escuchar a sus hijos, a vincularse con ellos, no dejarlos solos nunca, hay que aprender a sacrificar algunas cosas por lo más importante, que es la familia”, indicó.

