>La estatua se ubica en Garibaldi en la Ciudad de México.
Agencias
Apenas unos segundos después de que Martín Urieta, presidente de la Sociedad de Autores y Compositores de México (SACM), dijo que no merecía el reconocimiento que la Unión Mexicana del Mariachi le hizo al develar una estatua en Garibaldi; una voz espontánea lo contradijo: “Sí te lo mereces”.
Y una emotiva ovación de las cerca de 400 personas, entre familiares, amigos, compañeros del Consejo Directivo de la SACM y hasta transeúntes que pasaban por la Plaza Garibaldi y se sumaron al homenaje, reforzó el comentario.
El compositor siguió con su discurso, aunque al inició se disculpó “porque no soy muy bueno para leer y además pienso que es mejor decir lo que se siente, porque es con sinceridad”.
Así que aderezando sus comentarios y antes de develar la estatua, con su clásico sentido del humor; añadió: “Ojalá que el maestro Miguel Ángel Rivero (el escultor) se haya pulido y se parezca a mi esta estatua; y que no se parezca a Moi, mi representante; porque tengo un busto en Chapultepec, al lado de Alex Lora, y Alex Lora se parece a mí y yo a él; la verdad es muy difícil la cuestión de la escultura”.
Rodeado de sus amigos y compañeros como Roberto Cantoral, director de la SACM y Manolo Marroquín, Secretario del Consejo Directivo de la SACM; así como de los organizadores del reconocimiento, Víctor Sánchez, de la Unión Mexicana de Mariachis; y Rodrigo Callado de la delegación Cuauhtémoc; Urieta continuó con su discurso.
“Cuando se puso un busto mío en Chapultepec, dije unas palabras, que mi maestro Armando Manzanero, que en paz descanse, me reclamó; me dijo: ‘Nunca diga usted eso Martín, no es bueno que diga que no merece’, porque en esa ocasión había dicho que no merecía una estatua en un lugar tan popular de México. Entonces Manzanero me dijo: ´nunca diga eso’. Pero yo sigo insistiendo que no lo merezco y repito lo que a veces he dicho: No es falsa modestia, lo digo de todo corazón”.
“Les voy a decir por qué digo que no lo merezco. Miren, si el fruto de una plata silvestre o cultivada, dulce o amarga, útil o no, es un fruto; por qué, porque la planta ha cumplido con la misión productora que la madre naturaleza le ha encomendado.
“A mí me encomendó ser compositor como al médico, al abogado, al arquitecto le encomendó cumplir con su función, yo únicamente estoy cumpliendo con la función que la madre naturaleza me encomendó, ser compositor; y si conceptuamos al pensamiento, como fruto del cerebro bueno o malo, ahí está mi fruto”, concluyó. (Con información de Milenio).
