Durango, Dgo.
El 02 de agosto de 1989, siendo Arzobispo de Durango, monseñor Antonio López Aviña, se dio a conocer de manera oficial que dentro de la visita que haría su santidad Juan Pablo II a México estaba contemplado un viaje de dos días a Durango.
Miles de duranguenses sintieron una gran alegría al saber esta excelente noticia y de inmediato don Antonio López se dio a la tarea de nombrar una comisión organizadora para el recibimiento adecuado de la extraordinaria visita, en la que se integrarían sacerdotes con miembros de órdenes religiosas y seglares.
Juan Pablo II arribó al suelo duranguense a las 10:40 del 9 de mayo de 1990, hace exactamente 31 años. De inmediato se trasladó al Cereso N° 1, donde niños, jóvenes y adultos le daban la bienvenida con grandes desplegados a su santidad; de igual manera se podía observar una gran valla humana sobre el bulevar Francisco Villa, por donde pasaría el papamóvil.
Ya estando en el Cereso dirigió un mensaje a todos los privados de su libertad.
Posteriormente se dirigió al Teatro Ricardo Castro, donde tuvo un encuentro con más de tres mil empresarios.
Después se le condujo a compartir los alimentos en el arzobispado y enseguida fue su traslado a la explanada de Soriana Jardines para, ahí, oficiar la Celebración Eucarística, donde 14 sacerdotes duranguenses y otros 68 de todo el país, tuvieron la gran dicha y bendición de ser ordenados por manos de este gran peregrino de amor.
San Juan Pablo II es el primer y único Papa que ha pisado este suelo duranguense y por ello se guarda en el corazón ese grato momento de dicha y felicidad. Sigamos orando para que el Señor conceda fuerza y bendición a todos los sacerdotes que permanecen en su ministerio y que fueron consagrados por San Juan Pablo II.