MTF. Alfredo Arévalo
En ocasiones el saber que somos capaces de hacer algo que siempre evitamos es un choque emocional muy grande, en ocasiones para no verlo se crean mecanismos de defensa tan diversos que pueden llegar a un comportamiento disruptivo hacia uno mismo, este se caracteriza por un cambio desafiante y hostil hacia la figura que hace demandas específicas para cumplir ciertas normas y obligaciones.
Esto se vuelve muy común cuando has pasado una vida ignorando tus necesidades, es como si tu personalidad se dividiera y evitara tomar cierta responsabilidad, no necesariamente se habla de un trastorno serio como la esquizofrenia, es una negación y evasión de lo que te molesta, que puede abarcar desde pensamientos propios hasta comportamientos de otras personas.
Normalmente al no tomar una responsabilidad acerca de esta situación se crea un círculo, donde se busca un cambio sin tomar conciencia de lo que está provocando que volvamos a caer en lo mismo, porque como es algo que no podemos ver no lo podemos sanar.
En una ocasión una adolescente explica que hay una voz en su cabeza insultando a los demás miembros de su familia, y que esta voz aparece justo antes de un ataque de ansiedad, al confrontarla con la idea de que no había nadie más en su cabeza, solo ella misma, su semblante se entristeció, pues ella siempre se había esforzado por ser «buena» y el tener esos pensamientos a través de esa voz en su cabeza la hacían sentir como una persona «mala».
El comportamiento disruptivo se representa en este ejemplo, pues cuando ella se esforzaba tanto por ser alguien que al verlo pensaran que era «bueno» había creado características especificas para entrar en esa persona, no obstante la naturaleza humana no puede limitarse y esa parte que creemos negativa o malvada busca la manera de salir.
Esta joven se esforzaba por tener las mejores calificaciones, por tener todas las tareas a tiempo, por tener trabajo ocasional, y buscar crear un gran futuro. Todo este peso que había decidido cargar era justo lo mismo que inconscientemente trataba de enfrentar, el tomar la responsabilidad de que ella podía tener estos pensamientos la hizo sufrir porque, para ella, las personas que hablaban así de su familia no eran buenas.
La idea de cumplir siempre con un estándar nos obliga a calificarnos constantemente, y esa evaluación no se basa en la realidad, sino en un ideal, en algún momento mencione que el buscar la perfección solo lleva a la tristeza y a la frustración, eso era lo que pasaba con esta joven, pero al tener un carácter tan estructurado no podía permitirse ser «mala».
Luego de esa sesión, ella tomo la responsabilidad de que no siempre tiene que ser buena, que en ocasiones puede molestarse con su familia, y en realidad no pasaba nada, solo era una necesidad de mantener el control y evitar verse como una persona real. Esta aceptación y toma de responsabilidad origino un cambio, y ocurrió de una manera natural, sin forzar nada, y sin creer saber lo que se necesita en nuestras vidas.
En ocasiones el rechazo a nosotros mismos, a nuestra complejidad humana, es lo que nos provoca catalogar todo como «bueno o malo», «Correcto o incorrecto», y muchas combinaciones más, y no nos damos cuenta que eso no es aceptar lo que somos en este momento, y buscamos ser el ideal que queremos para nuestro futuro. Sin tomar en cuenta que estamos arrastrando la idea de que la felicidad esta allá al final del camino y que por ahora no podemos ser felices a causa de nuestros defectos.
El tomar responsabilidad de nuestros actos y aceptar que somos nosotros quienes tienen el poder de tomar esas decisiones, abre la posibilidad de un cambio, sin necesidad de forzarlo, solo fluimos a otro nivel de conciencia que nos da la capacidad de reconocernos, y eso ayudara a que desaparezcan los síntomas vienen a causa de un rechazo a nuestra propia personalidad.
““Nunca —y eso significa nunca— culpes a otras personas o sucesos externos.” YEHUDA BERG.
Sobreviviremos al próximo lunes… si aceptamos nuestra realidad.
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