Día de Muertos, sin flores, ni música… sin vida

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  • Hasta con ellos se metió el Covid-19.
  • Abrazaremos a los fieles difuntos en los recuerdos, en el sentimiento que en vida nos unió a ellos, los abrazaremos con el corazón. 

Graciela Rosales/La Voz de Durango

Este es un Día de Muertos, sin flores, sin música, sin la romería y el bullicio de la gente, sin los tradicionales gritos de los chamacos buscando limpiar las sepulturas, los panteones de Oriente, El Sabino, el Getsemaní, todos están cerrados, en ellos reina el silencio de la muerte; este día abrazaremos las almas de los fieles difuntos en los recuerdos, en el sentimiento que en vida nos unió a ellos, los abrazaremos en el corazón.

Por muchos años, los días 1 y 2 de noviembre fueron de fiesta en los panteones, desde días antes las autoridades se preocupaban por limpiar los camposantos, poco a poco, se iban sumando las tumbas adornadas con papel picado, con flores, algunas les ponían comida; veladoras, en una que otra, hasta les ponen cerveza, tequila y cigarros.

Eran día de mucho bullicio, los gritos  “leeee liiiiimpio la sepultura”, el ir y venir de las personas, de las familias enteras que se sientan a comer sobre la tumba de su ser querido, el murmullo de los rezos, el llanto silencioso por las ausencias que aun duelen.

Mientras que en algunas tumbas la música se comparte, “el día que yo me muera, no voy a llevarme nada, hay que darle gusto al gusto, la vida pronto se acaba…”; y sí en la realidad del 2020, la vida se nos va de la mano con el coronavirus que se ha metido hasta con los muertos, atentando contra una entrañable tradición mexicana.

Afuera del panteón, la romería, la vendimia de flores, de las coronas, los puestos de naranjas y cacahuates, las fritangas y los gritones, la aglomeración ciudadana; años atrás, esto era común en un día como hoy.

Este año, el Día de Muertos es diferente, trae encima un dolor nuevo porque cala en el alma, faltar a la tradición, ha cambiado la forma de honrar a los difuntos, es un cambio necesario, un cambio que trajo el Covid-19, el mismo virus que sigue llenando hospitales y panteones.