Palabra Dominical por el arzobispo Faustino Armendáriz

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XXVI Domingo Ordinario

Mt 21, 28-32

NO BASTA DECIR SÍ. HAY QUE SER FIEL

Los próximos tres domingos escucharemos unas parábolas (la de “los dos hijos”, la de “los viñadores homicidas” y la de “los invitados a la boda real”) que se refieren a la no aceptación por parte del pueblo judío, especialmente de sus dirigentes, de la persona y la predicación de Jesús.

El Evangelio de hoy está en clara continuación con pasaje anterior (Mt 21,23-27) Jesús se encuentra enseñando en el templo y se le acercan los sumos sacerdotes y los ancianos del templo para preguntarle con qué autoridad hace esto (cf. Mt 21,23). Entonces Jesús les contesta preguntándoles su opinión acerca del origen del bautismo de Juan el Bautista. Los dirigentes judíos eluden la respuesta, ante lo cual Jesús le relata la parábola que leemos este domingo.

Notemos primero que Jesús comienza y termina el relato con una pregunta que sus oyentes deben contestar y, de este modo, quedan involucrados por el relato. Sigue la parábola dónde los personajes son un padre dueño de una viña, y sus dos hijos. La acción comienza con el mandato del padre al primero de sus hijos para que vaya hoy a trabajar en la viña. La imagen de la viña (la misma de Mt 20,1-8 que leímos el domingo pasado) nos remite a Israel como pueblo elegido para concretizar el Reino de Dios. La respuesta inmediata del primer hijo fue un no rotundo y seco: ¡no quiero! Pero luego recapacita y va a la viña. El verbo utilizado, tiene el sentido de arrepentimiento o pesar. Mateo lo vuelve a utilizar, fuera de esta parábola, para describir el “remordimiento” que llevó a Judas a devolver las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos (cf. Mt 27,3). Por tanto, su sentido es de recapacitar por sentir remordimiento, culpa; pero no tiene la carga teológica de la ‘metanoia’ es decir convertirse.

El padre de la parábola le dice lo mismo a su segundo hijo y recibe de este una inmediata respuesta positiva y con una formulación muy respetuosa y atenta, llamándolo “señor”. Pero se queda en las palabras y no pasa a los hechos: “pero no fue”.

Ante esta breve historia, Jesús pregunta a sus oyentes sobre cuál de los dos hijos cumplió la voluntad del padre. No cabe más que una sola respuesta correcta: “el primero”.

Esto es cierto, pero debemos sumarle el sentido que viene del contexto en el cual san Mateo ubica esta parábola, por lo cual debemos tener en cuenta lo que sigue: “Jesús les dijo: “Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios” (21,31). Entonces “Jesús se vuelve de nuevo directamente a los adversarios con un solemne dicho “yo les aseguro” y les aplica la parábola: los recaudadores y las prostitutas son dos grupos de ínfima categoría en el sistema de valores religiosos y éticos, descalificados en lo religioso y moral, a los que Jesús se dedicó especialmente. Ellos estarán por delante de los dirigentes de Israel en el camino hacia el Reino de Dios.

El versículo final (21,32) remite a la discusión anterior sobre el bautismo de Juan. La expresión “Juan vino a ustedes por el camino de la justicia” indica la Voluntad de Dios comunicada por Juan y que debió ser creída y obrada por los sumos sacerdotes y ancianos; pero no sucedió así. Jesús les reprocha además que, mientras los publicanos y las prostitutas creyeron en Juan Bautista, ellos, viendo esto, después no recapacitaron (metanoia) para creerle.

“Los hombres del sí” son los dirigentes del pueblo judío que se quedan en meras declaraciones públicas, pero no hacen la voluntad de Dios y rechazaron a Juan y su mensaje de conversión. En cambio, “las personas del no”, publicanos y prostitutas, aceptaron la predicación de Juan y se convirtieron. Creo que es iluminadora y profética la intervención del Santo Padre el pasado viernes ante a la Asamblea General de la ONU, el Papa afirmaba:

“Debemos admitir honestamente que, si bien se han logrado algunos progresos, la poca capacidad de la comunidad internacional para cumplir sus promesas de hace cinco años me lleva a reiterar que hemos de evitar toda tentación de caer en un nominalismo declaracionista con efecto tranquilizador en las conciencias. Debemos cuidar que nuestras instituciones sean realmente efectivas en la lucha contra todos estos flagelos”. (S.S. Papa Francisco, en el videomensaje con ocasión de la 75 Asamblea General de las Naciones Unidas, 25 de septiembre de 2020).

Por tanto, el mensaje de la parábola, es un fuerte reproche a nosotros por nuestra falta de compromiso, y por confesar la fe solo de palabra.

+ Faustino Armendáriz Jiménez

Arzobispo de Durango