Palabra Dominical por el arzobispo Faustino Armendáriz

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XII Domingo Ordinario

No tengan miedo

Mt 10, 26 33

Hace ochos días meditábamos el comienzo del segundo discurso que Jesús dirige a sus apóstoles. Jesús después de contemplar a su pueblo sumergido en una gran necesidad, decide elegir a doce apóstoles, para enviarlos a la misión, a estos les ha dado instrucciones precisas para su trabajo y sobre todo les ha advertido que esta obra es gratuita.

Ninguno podría imaginarse, que una obra tan noble podría ocasionar calumnias y persecuciones. Pero no es así. Trabajar en la Misión, repetir el mensaje de Jesús y vivir como Él vivió, es decir construir el Reino de Dios, siempre provocará mucho malestar. Por eso, les deja claro a los discípulos los riegos de la misión: Sepan pues que los envió como ovejas en medio de lobos (Mt 10,16-25). Texto que no leeremos en la liturgia pero que es necesario tener en cuenta para entender el mensaje de hoy.

Ante los peligros que encierra la Misión, existe la posibilidad de dejarse arrastrar por el miedo callando y abandonado la Construcción del Reino. Este es el tema del este domingo. NO TENER MIEDO. Y JESUS lo proclamas con insistencia: ¡No tengan Miedo!

Jesús exhorta tres veces a sus discípulos a no tener miedo. Es evidente además la historia lo atestigua que los discípulos van a sentir miedo en algunos momentos. Un miedo tan terrible que los impulsará a callar, para evitar que los maten. La pregunta que deberíamos hacernos es: ¿el ser humano puede vivir sin miedo? La respuesta es no.

El miedo es una reacción humana que se produce ante un peligro eminente, gracias a ello, el ser humano ha logrado sobrevivir durante tanto tiempo haciendo frente a los grandes peligros que se le presentan. Cuando sentimos miedo creemos que tenemos una baja capacidad de control y de predicción. No obstante, consideramos que necesitamos hacerle frente de manera inminente y para ello, movilizamos toda una serie de comportamientos y estrategias para vencerle.

Jesús no prohíbe esta reacción tan humana del miedo, sino advierte y clarifica a que no se debe de temer y a que sí. Ya que el miedo fundamentalmente, nos sirve para reaccionar y escapar eficazmente cualquier peligro inminente, pero no hay que olvidar que el miedo también es una barrera que te impide vivir la vida. En caso, de que sea excesivo el miedo nos paraliza, nos bloquea emocionalmente y nos dificulta disfrutar en muchas ocasiones de los pequeños o grandes placeres de la vida. El miedo, mal llevado da lugar a una enorme cantidad de trastornos y parálisis de nuestro potencial.

No tengas miedo a los que matan el cuerpo, más bien teman a quien puede arrojar al lugar de castigo al alma y al cuerpo.

Jesús nos enseña a ser valientes y no detenernos en las dificultades que ponen el riesgo de conseguir nuestra realización personal. La Verdad nos hará libres. El único temor que debemos aguardar en nuestro corazón es el miedo a echar a perder nuestra única oportunidad de vivir en plenitud. Me vienen a la mente las palabras del Santo Padre el Papa Francisco:

El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada. Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien. Los creyentes también corren ese riesgo, cierto y permanente. Muchos caen en él y se convierten en seres resentidos, quejosos, sin vida. Ésa no es la opción de una vida digna y plena, ése no es el deseo de Dios para nosotros, ésa no es la vida en el Espíritu que brota del corazón de Cristo resucitado. (Exht. Ap. Evangelii Gaudium, n. 2).

El Miedo que nos ayudará a ponernos en pie de lucha, es el miedo a perder nuestra vida, el miedo a perder nuestra identidad, el miedo a dejar de ser la Iglesia que Jesucristo quiere: Una Iglesia misionera y evangelizadora, una Iglesia comprometida con las causas sociales, una Iglesia Testigo de la redención, una Iglesia pueblo. (tomado de las opciones fundamentales del PGP).

Sacudamos de nuestro corazón y de nuestras comunidades eclesiales, el Miedo que nos paraliza y nos atrofia, el miedo a vivir en el ‘gris pragmatismo’ de la vida cotidiana de la Iglesia en el cual aparentemente todo procede con normalidad, pero en realidad la fe se va desgastando y degenerando en mezquindad. Vivir así no es digno de los hijos de Dios, no es el deseo del Señor. a eso tengamos miedo. Ya lo dijo el Papa es mejor una Iglesia que sale, aunque se accidente que una Iglesia encerrada pero enferma.

Haga eco  en nosotros las alentadoras e insistentes palabras de Jesús: ¡No tengan Miedo!

+ Faustino Armendáriz Jiménez

Arzobispo de Durango