Ideario

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Por Azu Macías

En el nombre del amor… Ninguna eternidad dura más que aquella en la que nos encontramos entrelazados con el cuerpo del otro jurándonos amor, esperanzados con luz en los ojos brillantes y el cuerpo rebosante de gozo, en que el calor nos promete el cuidado en el abrazo sin importar la hora del día, ni los pendientes, ni el pasado o el futuro… o tal vez aquella eternidad cuando nos encontramos en un callejón sin salida con la indecisión de irse o quedarse; pero esperen, tal vez dure más aquella eternidad en la que finalmente nos desprendimos de quien dijimos amar y nos atropella el estruendoso vacío en el pecho y en la tripa.

En el nombre del amor uno goza, sueña, espera, da, recibe, deposita y gran parte de esos depósitos son fantasías que se tejen basados en las expectativas que tenemos del otro, esas que no nos permiten hacer contacto con la realidad que a veces se presenta día con día. Uno, infantilizado por las construcciones románticas que nos han hecho del amor tapa, arrastra, soporta, sacrifica, ataca, corrige, toma revancha, se queda, se va, regresa, apuesta, gana, pierde, revisa el celular, espía, persigue, engaña.

Durante estas últimas semanas que he tenido un poco más de tiempo para ver el televisor, me he encontrado con una serie de historias románticas, series viejas y otras tantas nuevas que mantienen el mensaje de que el amor hay que buscarlo y que para mantenerlo “se vale todo”. Y ahí vamos otra vez, encuentro tras encuentro a buscarlo de nuevo, a vivir la dicha y la amargura, convenciéndonos de que así debe ser.

Pero no puede ir uno al encuentro con otro sin haberse encontrado a sí mismo, lo que salga de ahí “en nombre del amor” probablemente nos lleve a la desdicha, porque dejamos de escuchar nuestras propias verdades y nos encausamos en situaciones que nos hacen sentir mal, incómodos, perdidos, dejamos de ser auténticos; también podemos intentar forzar al otro a que se ajuste a nuestra imagen del amor, nos conectamos desde la falta y hacemos grandes esfuerzos por ver en el otro lo que creemos que no tenemos, por sacárselo a rajatabla, pensando que si él o ella cambian todo en la relación se solucionará, no vaya a ser que los que no funcionamos seamos nosotros.

Conectarse desde la carencia, la confusión o la falta nos llevará a ejecutar toda serie de acciones en nombre del amor, pero el día en que nos decidamos a cambiar nuestra perspectiva de lo que el amor representa, posiblemente estaremos en mejores condiciones de conectar con nuestras faltas, exigencias y lamentos, sanarlos para ir al encuentro de otro en la autonomía y el respeto, bajo la verdad de que las eternidades pueden durar momentos. Nos dejaremos de cuentos y estaremos más dispuestos a ver las conductas y escuchar los mensajes, pero también a dejar de hacer toda clase de cosas que nos dañen a nosotros o a otro en nombre del amor.