Ideario

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Por Azu Macías

Sobre el sentir y el saber… En México somos buenos para expresarnos desde la variada cantidad de groserías para aludir a diferentes temas, como a nuestra habilidad para socializar en parrandas familiares y masivas, para llorar con ganas a nuestros difuntos en los funerales y para hablar de nuestras “intuiciones”, de nuestras creencias mágicas y nuestra fe. Todo ello nos va acompañando día a día a sazonar la vida nuestra llena de contradicciones, de injusticias sociales y materiales,  de políticas sin sentido, desigualdad y machismo.

Este contacto con lo “intuitivo” que quedó de los antiguos sabios de nuestra cultura más remota nos permite liarnos en asuntos sentimentales como el: “presentí el accidente”, “sentí que me era infiel” hasta toda clases de premoniciones y curaciones con elementos de la naturaleza. Pero eso que fue nuestro aliado muchas veces ahora parece convertirse en un verdadero problema: este mecanismo de solo sentir sin cotejar con la realidad puede ponernos en riesgo durante este tiempo de contingencia sanitaria.

¿A qué me refiero? Constantemente circulan por redes sociales y medios diversos toda clase de explicaciones relacionadas con el virus del que muchos sabemos (hasta ahora) solamente por referencias, la mayoría de nosotros no conocemos aún a algún infectado, lo que nos hace decir cosas como: “no hay que tener miedo, presiento que todo saldrá bien si salgo hoy a la calle y no tomo ninguna medida, después de todo no conozco a nadie que padezca el virus, puede ser una mentira del gobierno, me huele que algo esconden”. En ese sentido nuestra “intuición” puede llevarnos a buscar de forma selectiva las pruebas que verifiquen que todo esto del virus es una mentira.

De esta manera, este mecanismo psicológico que se emplea para evitar tener miedo y angustia ante la situación (lo que inicialmente es un buen mecanismo), se puede convertir en un problema al exponernos a tomar la situación de manera ligera, excluyendo cualquier información que desmienta lo que yo he decidido ver en base a mis creencias, a mis sensaciones, a mis “intuiciones”.  Mi recomendación no es dejar de creer en lo que nuestro interior nos habla, sino poner atención en los hechos concretos: que el sentir se acompañe de comprender y actuar en base en el “conocimiento científico”, que nos ayudará a tomar todo con más precaución.

Lo interesante para mí, es que en estas circunstancias ninguno de los dos es suficiente: el conocimiento científico nos ayudará a saber estadísticas, proyecciones, fechas, formas de prevenir los contagios, conocer el tratamiento, evidenciar que lo mejor para evitar la propagación exponencial es “quedarse en casa”; sin embargo, no es suficiente para saber qué hacer con lo que sentimos al quedarnos en casa viendo que las fechas se extienden, en sentir inseguridad por nuestra economía, en asumir quedarnos completamente solos, o en convivir con todos los de la familia así sin más, de repente.

Nos encontramos ante el reto de usar la razón y la intuición (esa parte interna nuestra), escuchando nuestras sensaciones internas, pero también la información externa para reflexionar y entonces encontrar la mejor manera de actuar en cada momento, cada día; ir transitando en el “solo por hoy” que nos permita encontrar momento a momento el equilibrio personal ante tanta información y si caemos en contradicciones, recordar que ello nos vuelve completamente humanos, humanos y nada más.