Ideario

0
52

Por Azu Macías

Amores… “¿Cuál es el caso de celebrar el amor un día si podemos celebrarlo todo el año?” He escuchado esa pregunta durante cada febrero de los últimos años y empiezo a creer que no se trata de celebrar el amor sino nuestra sed de “poesía”. Ese es el caso de elaborar sorpresas cada vez más grandes que permitan poner en objetos la poesía que se lleva guardada por dentro y que por los tiempos a veces ya no sabemos cómo expresar.

Quienes se han empeñado en describir el amor generalmente quedan cortos porque ninguna descripción parece completa, por lo que no intentaré hacerlo tampoco, hablaré sin embargo, de nuestro interés en el amor: todos deseamos tener historias de amor que contar porque crecimos con ellas, las fuimos construyendo mientras crecíamos y buscamos experimentar para sentir la poesía del alma.

Hablar de las maravillas del amor no es suficiente como tampoco hacerlo de sus penas, ansiamos los dramas que aprendimos en las novelas con sus olas y crestas y a veces hasta rechazamos al amor doméstico, aquel que se vive día a día y es que efectivamente con el paso del tiempo se pierde la ilusión. La ilusión es: “Esperanza, con o sin fundamento real, de lograr o de que suceda algo que se anhela o se persigue y cuya consecución parece especialmente atractiva”, en ese sentido efectivamente en el amor doméstico muchas ilusiones se van perdiendo al ser sustituidas por lo cotidiano.

Entonces en el diario acontecer a veces nos parece que la poesía del amor se esfuma entre calzones tirados y niños corriendo, entre cuentas por pagar, olores nocturnos, mascarillas y tareas escolares de forma que muchos están dispuestos a arriesgar la complicidad, amistad y convivencia por aventuras que asemejan a estar en la cresta de la ola para poner en un cristal a la persona deseada, en ese cristal en que permanece casi sin usarse, no como el doméstico: gastado día a día en las comidas, el súper, el estruendoso ajetreo. Preferimos convertir a otros en personajes perfectos como los de Instagram con sus filtros.

Pero en el amor doméstico también hay poesía, esa que existe en el mágico silencio de tomar la mano y dar un beso mientras se camina, de sentir el brazo rodeando el cuerpo en los días de mayor inseguridad o alegría o en sorprenderse de encontrar sensaciones agradables en al tener el cuerpo del otro al paso de los años, la poesía de quedarse a ver el cielo mientras llegan los pájaros al atardecer o la estrella fugaz en el manto nocturno mientras se viaja a lugares desconocidos o de sentarse juntos por las tardes a ver pasar el tiempo compartiendo risas o llanto.

Sea cual sea el tipo de amor, requerimos de la poesía para sentirlo especial y vivo, pues las certezas se escapan sin dejarnos saber si este amor será eterno, por lo que festejamos el día ilusionados de que encenderemos la llama pues dicen que “El amor es fuego eterno, mientras dure”, para que dure hay que alimentarla. Celebremos la poesía que nos hace tan humanos.