¿Indefensión aprendida?

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MTF. Alfredo Arévalo

A grandes rasgos, este término se refiere a la condición por la cual una persona o animal se inhibe ante situaciones aversivas o dolorosas cuando las acciones para evitarlo no han sido fructíferas, terminando por desarrollar pasividad ante este tipo de situaciones.

Este síndrome de indefensión pasiva nos marca una pauta de comportamiento y resignación, que se refleja en la vida cotidiana sin ni siquiera darnos cuenta; en otros países sube el precio del transporte público y la gente se manifiesta hasta detenerlo; aquí en México solo hay un enojo momentáneo y luego de unos meses se acaba.

Esto pasa con todo, un ejemplo claro sería la manifestación por los derechos de las mujeres hace unos meses, ahora pareciera que eso fue hace mucho tiempo; en el mandato de Felipe Calderón se dio la guerra contra el narco y muchas personas estaban a favor y otras en contra, pero al final la resignación de la mayoría era muy evidente; posterior a ello Peña Nieto y los 43 desaparecidos, de los cuales aún hoy en día solo unos cuantos buscan justicia; y ahora lo ocurrido en Culiacán y la decisión de López Obrador; pareciera que la memoria de los mexicanos es selectiva.

Esto es un efecto holístico inverso, pues todos los valores que se mueven en la sociedad del país, modifican el comportamiento de los estados, posteriormente a las familias y llega a los individuos. Lo complicado de estas macropolíticas es que se reflejan en las micropolíticas familiares e individuales de una manera negativa.

Como mexicanos tenemos muchos buenos valores, somos solidarios, apoyamos a la familia como pocos, y tenemos mucha lealtad; pero también está presente este síndrome, el cual es la respuesta a una cultura que se queja o victimiza por casi todo.

Victimización

Si analizamos el contexto de nuestro país podemos observar que nos han inculcado el “aguantar”, la madre enseña a su hija a que aguante como ella aguanta a su esposo y al mismo tiempo enseña al hijo a que no aguante a la mujer. Si a esto le sumamos que en temporada electoral nos dan de todo (promesas, despensas, y demás cosas innecesarias) para luego que ganan nos quitan eso y más; y nosotros lo que hacemos es aguantar.

Si vemos las redes sociales nos dicen que debemos poner el mejor rostro y esforzarnos para conseguir nuestros sueños, pero tenemos arraigados esos antecedentes donde esperamos a que nos den sobras y pedimos de todo cuando no nos dan; y como no nos dan, pues aguantamos.

No sin antes quejarnos amargamente de que no tenemos trabajo, de que lo que ganamos es insuficiente, de que subió todo, que no tenemos tiempo de hacer lo que nos gusta; vemos claramente las limitaciones y dejamos guardadas las fortalezas; ahora se cree que todo va a llegar del universo, Dios, o cualquier fuerza extraordinaria que prefiera; y están ahí con su lista de deseos esperando a que suceda.

El pensamiento mágico nunca ha llevado a nada tangible, solo ayuda a formar una sociedad adormilada que espera demasiado de todos los que “democráticamente” llegan al poder, y como todo es una decisión, hay quien decide quedarse esperando las despensas, un pie de casa o cualquier apoyo de los de arriba; mientras la otra cara de esta moneda son los que trabajan para conseguir lo que necesitan y están “a Dios rogando y con el mazo dando”, los cuales son pocos.

Enfoque transgeneracional

Todos tenemos memorias de nuestros antepasados que trascienden a nuestro presente, como lo mencioné en artículos anteriores en ocasiones no sabemos por qué decidimos hacer algo que modificó nuestra vida, estos mandatos familiares se vienen repitiendo desde hace muchos años y a nosotros llegan para formar parte de nosotros sin pedir permiso ni dudando en hacer cambios.

En la familia se puede observar más detenidamente este fenómeno, cuando se repiten patrones de adicciones, violencia, infidelidad o divorcios; pero en la sociedad también se repiten estos patrones y están presentes hasta en nuestra genética; la naturaleza humana tiene el deseo de dominar, si no fuera así no existirían las guerras; y en un enfoque más cercano el abuso de cualquier índole.

Hemos aprendido a prejuzgar situaciones por nuestras familias, y cada uno de ellos tiene una carga moralista o religiosa, donde se repiten el “debería”, “eso está mal”, “eso es pecado”, “lo correcto es”, etc…; como cada estado tiene su visión de la vida en Durango esta gran parte de la cultura conservadora (no hablo tan solo de política), hay grupos religiosos que participan en política, educación y cultura, lo cual extraña a las personas que no viven aquí.

El darle un lugar importante a nuestra espiritualidad crea otro patrón que se repite, y le da un mandato a la familia que se fundamenta en la religión que profesen; donde se limita la sexualidad, se fortalece el papel masculino, se focaliza a ciertas tareas a la mujer y a los hijos, y se tacha a quien piense diferente; pero el ocultar o tratar de manipular estas situaciones obliga a la gente a crear sus propios demonios, que no son más que deseos reprimidos primeramente porque dentro de la familia se considera malo; y posteriormente porque la sociedad no quiere que veas esas cosas.

¿Cómo se llega a la indefensión?

Una forma fácil de entenderlo es la historia de las ranas; se dice que para cocinar a una rana viva es necesario meterla en el agua fría e ir aumentado poco a poco el calor hasta que esta hierva; en cambio, si para cocinar la misma rana decidimos echarla al agua ya hirviendo, la rana saltará, escapará del agua hirviendo.

Este ejemplo explica claramente que la indefensión aprendida es un esquema de pensamiento que se desarrolla de forma gradual y que poco a poco carcome las fortalezas psíquicas y corporales hasta el punto de doblegar la voluntad. Lo triste es la facilidad con la que se puede llegar a desarrollar la indefensión aprendida. Todos somos vulnerables de adoptar este tipo de esquemas de pensamiento, pues pocas veces existe una educación emocional para poder enfrentarnos a ello. 

Basta con exponernos continuamente a circunstancias adversas, que nos bajen la moral, tener una sobrecarga de trabajo, cerrar el apoyo externo durante un tiempo prolongado y de forma reiterada. Básicamente todo a lo que estamos acostumbrados en este país.

Pero se puede generar en diversos escenarios que llevan a la sociedad al mismo camino; puede ser en la escuela, el trabajo, en grupos de amigos, etc… Los estilos comunicativos y relacionales que generan indefensión aprendida vienen de  la violencia en diversos niveles, como puede ser de tipo psicológico, económico, moral, entre otros.

Vivimos en una época muy extraña cuando, sorprendidos, nos damos cuenta de que el progreso va de la mano con la barbaridad.” Sigmund Freud

Sobreviviremos al próximo lunes… si luchamos juntos para dejar de sentirnos indefensos.

Nuevamente los invito a escribir cualquier duda, comentario, aclaración a mi correo alfredo.adj@gmail.com