Ideario

0
51

Por Azu Macías

Los procesos de construcción… después de un intenso ajetreo, la escoba quedó estacionada en la esquina por fin quieta, igual que yo quien cansada me empeñaba en limpiar el polvo del proceso de construcción que se estaba llevando a cabo. Entre la emoción y la frustración que sentía en aquel momento pude reflexionar sobre lo que implica construir algo nuevo y creo que los procesos de construcción, aunque distintos tienen cosas en común, les explicaré.

Para construir algo no siempre se parte de cero, muchas veces se parte de algo que ya existe, pero que así como está requiere cambios para que las nuevas etapas puedan adaptarse, resulta entonces que a veces para construir algo hay que destruir parte de lo que ya estaba, porque no sirve más para el nuevo plan, requiere un profundo y lento proceso de evaluación de la estructura sin que se lastimen los cimientos, que sino están lo suficientemente afianzados se tendrán que reforzar.

Entonces, ante la emoción de todo lo nuevo que aparece en nuestra mente como un anhelo, como una promesa surge la imagen real de la devastación que conlleva desorden y que parece ser cada vez más grande de lo que habíamos imaginado al iniciar nuestros planes, esa devastación que nos lleva incluso a preguntarnos por qué iniciamos el cambio en primer lugar, tan bien que estábamos antes sin tanto desastre a la vista, que nos obliga a improvisar y depositar más energía de la que usamos generalmente para hacer las cosas para ir depurando, limpiando y aceptando que eso nunca más se verá igual.

Es aceptar el ruido ensordecedor mientras vemos los pedazos más grandes irse cayendo de la estructura que no los necesita más y los pequeños quedan desapercibidos, hasta que toca sacar el escombro y nos preguntamos: ¿de dónde salió todo eso y cómo fue que no nos dimos cuenta de que tantas cosas ya no funcionaban o daban atención a nuestras verdaderas necesidades?

Creo sinceramente que los procesos de construcción interna pasan por el mismo camino: construir un nuevo empleo, un matrimonio renovado tras años juntos, una nueva casa, una nueva forma de ser padres porque el niño ya es adolescente. Son obras que, si se trabajan bien, si se tiene la paciencia suficiente para modificar la estructura sin dañar el cimiento, se sentirán tan naturales porque van completamente con nuestra nueva forma de ver la vida; pero si revisamos bien, se ven un poco las uniones de lo viejo y lo nuevo, porque al final, todos siempre estamos en un hermoso proceso de reconstrucción diario, quitándonos polvo, haciendo ajustes y reparaciones, sacando escombro. Para dar cabida a lo nuevo, hay que transformar la devastación sin darse por vencido en el camino hasta que veamos el resultado que buscamos, sabiendo que todo forma parte de un proceso de reconstrucción.