IDEARIO

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Por Azu Macías

Elegir el lado bueno de la vida… pienso esto mientras me dirijo a casa tras la estruendosa tormenta que cayó en la tarde y veo el cielo despejado y claro que con una sonrisa parece decirme: “Aquí no ha pasado nada”. No se dio cuenta el cielo que con estruendoso sonido y el viento moviendo ramas, tumbando hojas, haciendo caminos de agua en las calles generaba desajustes. Me parece que en ciertos momentos la vida se asemeja a una tormenta como la que presencié.

Nos toman descuidados y otras anuncian su llegada con suficiente anticipación, a veces breves y otras no dan tregua; algunos nos asustamos, otros tantos empezamos a disfrutar las tempestades y hasta aprendemos a quedarnos cómodamente tomando una taza de café en nuestro sillón favorito, habrá quienes se quejen de que la lluvia les mantenga durante días sin dejarles salir a disfrutar de lo que hay afuera, las últimas aprenden a protegerse solo lo suficiente y siguen su vida a pesar de la tempestad, siempre preparados para las inclemencias, sin detenerse se acomodan a cualquier clima  o situación.

Y es que estas últimas saben que no podemos luchar contra las tormentas… son inevitables, necesarias en la naturaleza y también querido lector, también en la vida. El mundo las necesita y nosotros hasta las anhelamos rezando por lluvias para las cosechas. Así aunque causen desorden y cierto grado de incomodidad las tormentas son necesarias y si lo pensamos bien tienen algo de poesía, pues tienden a restaurar el equilibrio perdido; su naturaleza dual es lo que las vuelve interesantes: pueden ser destrucción, pero también nueva vida, nuevos comienzos, los daños dependerán de lo intempestivo y de su duración. Así la vida, justo así, así las crisis.

Las crisis a las cuales nos enfrentamos también suelen tener esta doble cara, cada quien las experimentará distinto, en algunas crisis nos acomodamos un rato a observar los desajustes, otras sentimos que nos tomaron por descuido y terminamos verdaderamente lastimados o empapados con nuestras propias lágrimas, mas tras cada una de ellas queda un olor a esperanza y al final podremos observar la inevitable claridad del lado bueno de la vida.

Al final del día son oportunidades de renacer, ver el lado bueno de la vida es nuestra oportunidad porque no solo basta mirar el desorden que queda tras la crisis, enseguida hay que observar con calma y nuevos ojos hacia arriba, recordar que la vida con sus crisis nos tiene una promesa: tras cada tormenta aparecerá el cielo nítido con su confianza de que ninguna tempestad dura para siempre.