Ideario

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Por Azu Macías
Ausencias… a veces uno se llena de ausencias. De la ausencia de uno mismo cuando se vuelca hacia las demandas del mundo, la ausencia de los que en el camino se han ido despidiendo por uno u otro motivo y los que aún permanecen pero a la distancia, unidos solo por recuerdos y el fuerte hilo ese que se teje dentro del corazón, para… ¿toda la vida?
Para toda la vida… Crecí viendo en las películas los amores eternos que terminaban con un “y vivieron felices por siempre”, lo trasladé del ámbito de pareja al de las amistades y las relaciones humanas en general, solo para darme cuenta conforme iba dando pasos en el trayecto, de que al voltear, en muchas situaciones algunos de los que habían caminado a mi lado ya iban adelante y muchos otros se iban quedando atrás. Y es que cada quien lleva su propio paso, coincidimos en ciertos tramos, pero la ruta no siempre es la misma, varía; con muchos incluso ya nunca vuelve a ser la misma.
Pasa con los hijos, que al llegar a la adolescencia van tomando sus propias rutas trazadas con cada decisión, desde la más pequeña hasta la más trascendental; pasa con los nietos que van creciendo y tomando formas diferentes a las que se habían deseado para ellos, con los hermanos que viven en ciudades distintas, pasa con la pareja que muchas veces ya no puede seguir caminando de lado e invariablemente, solo porque así es la vida, pasa con los que deciden terminar su andar en el mundo material y continuarlo en otro plano.
Habrá que abrir el baúl y encontrar que está lleno de ausencias de quienes no están más con uno y es que vaciarlo es precisamente lo que no queremos, para no sentir el hueco, eso nos hace llenarnos de cosas materiales, trabajos, comidas, alcohol, tabaco o lo que sea que uno haya decidido hacer en lugar de contactar con sus dolores. El riesgo es que las ausencias se tornan en pesadas cargas conforme uno camina, ¿cómo puede uno estar tan lleno de ausencia? Pues creemos que al sacar el sentimiento no soportaremos el vacío, aunque puede ser posible que al terminar las relaciones permanezca un recuerdo (cualquiera que éste sea) y lo que la experiencia dejó forma parte ya de nuestra esencia misma, se queda dentro de nosotros, el reto es transformar el dolor en crecimiento.
Al llenarse de ausencias, permítase sentir, llore para vaciarlas si así lo necesita, de otra manera el espacio queda lleno de reclamos, de enojos, de “hubieras”, de culpas y las lágrimas guardadas impedirán seguir avanzando con su pesadez y abrazarnos de aquellos que sí van transitando lado a lado, aquí y ahora. Cuando no pueda solo con sus ausencias, pida ayuda de un profesional que lo acompañe.