- En Durango, un 70 % de las instituciones cierran las puertas a artistas mujeres que quieren compartir su aprendizaje en el extranjero.
Por: Graciela Rosales / La Voz de Durango
En Durango, por cuestiones de género, disminuyen las oportunidades para las mujeres artistas, estadísticas de la Escuela de Pintura, Escultura y Artesanías de la Universidad Juárez del Estado de Durango (UJED), apuntan que el 85 por ciento de las exposiciones corresponden a artistas masculinos y el 15 por ciento restante son artistas femeninas.
Instituciones extranjeras abrieron la puerta a la pintora duranguense Esperanza Marcela Vázquez Hernández, que junto con otros jóvenes latinoamericanos lograron quedar en un grupo de 45 seleccionados entre mil aspirantes, durante su residencia en importantes instituciones abrevaron conocimiento y al regresar a su tierra a compartir su aprendizaje, encuentra las puertas cerradas.
Luego de la oportunidad concedida por la UJED de salir fuera y prepararse, regresan a enriquecer y fortalecer a su país compartiendo ese aprendizaje y se encuentran con las puertas cerradas en un 75 por ciento de las instituciones.
La pintora y escultora Marcela Vázquez, explica que la situación se agrava si el artista es mujer, para ellas es mucho más complejo encontrar una oportunidad dentro de estas instituciones para poder participar.
Una prueba de lo anterior, son las estadísticas de la Escuela de Pintura y Escultura de la UJED donde se ha registrado aproximadamente un 85 por ciento de exposiciones de artistas hombres, el 15 por ciento restante, corresponde a las exposiciones de artistas mujeres, es decir, que es lamentable que por cuestión de género se reduzcan las posibilidades de apoyo.
Recientemente la UJED desapareció los programas de intercambios de seis meses con instituciones de otros países, lo que disminuye la posibilidad de preparación de quienes aspiran a perfeccionar técnicas para mejorar su trabajo.
Actualmente, Marcela trabaja en una exposición de 50 piezas, lleva un 60 por ciento de piezas trabajadas y consiste en abstracciones de la emoción, una paleta de colores con el paisaje de Durango, sobre todo con tonos piel de muchos duranguenses, que somos una hibridación de línea a línea en un cruce constante.