Pescados y mariscos deben estar en buenas condiciones antes de consumirlos

0
71
  • Con precaución se pueden evitar enfermedades gastrointestinales.

Por: Graciela Rosales Padilla / La Voz de Durango

El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) recomienda precaución en el consumo de pescados y mariscos, que, aunque son ricos en proteínas, ácidos grasos y omega 3, también se descomponen rápidamente y pudieran generar enfermedades gastrointestinales como salmonelosis y diarrea.

A través de la Coordinación de Nutrición y Dietética en la Delegación Durango del IMSS se dio a conocer que el consumo habitual de pescado es una buena recomendación para una alimentación correcta por sus proteínas de alta calidad y por ser rico en fósforo, magnesio, vitamina A y selenio. Sin embargo, al comprar pescados y mariscos, es importante percibir su aroma, y si desprende olor a amoniaco o tiene mal olor, no debe consumirse.

Es recomendable al adquirir el pescado, revisar que los ojos estén brillantes, cristalinos y saltones; de lo contrario, cuando ya se ven opacos, oscuros o grisáceos es síntoma que el alimento no está en buenas condiciones.

Las escamas deben ser brillantes y pegadas a la piel, rojizas o rosadas, libres de golpes o color que no sea el propio o característico de los alimentos. Además, la carne debe ser firme y si al presionar con un dedo, la carne queda marcada, significa que es un pescado que no reúne las características de frescura.

La seguridad del consumo de pescados y mariscos incluye la compra, almacenamiento y preparación en forma correcta, y lo mejor es prepararlo en casa.

Comentó que es importante que el establecimiento que vende pescados y mariscos reúna las condiciones de higiene, conservación bajo refrigeración o colocados sobre camas de hielo y, de preferencia, que no estén al aire libre, expuestos al polvo.

El IMSS alertó sobre los principales síntomas de enfermedades gastrointestinales, derivadas del consumo inadecuado de pescados y mariscos: como lo son pérdida de apetito, diarrea, vómito, náuseas, fiebre y malestar en general.

Finalmente, cuando el vómito y la diarrea permanecen durante largas horas o por días, pueden provocar deshidratación, lo cual también se acompaña de pérdida de minerales (sodio y potasio) y puede inducir alteraciones en el organismo, generando disminución de la presión arterial y desequilibrio hidroelectrolítico.