Entre escaques

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Por Susan Medina
Estimados lectores, es un placer saludarlos como cada semana.
Directores del deporte van y vienen, rectores, gobernadores, presidentes municipales y candidatos con sólidas aspiraciones. Y en todas las campañas políticas el deporte y los niños son una de las banderas de promoción. Mucho parloteo, proyectos presentados en el mejor de los casos; elecciones por dedo en el peor, consecuencia de los compromisos. Entre discursos se les va el periodo de administración, con palmaditas en la espalda a los entrenadores durante los protocolos de premiación o entrega de reconocimientos, donde seguro se presentan para la toma de fotografía y la sonrisa para la prensa.
Los cambios de portada, de colores y hasta de mascotas siempre están presentes. Pero los cambios de fondo nunca se presentan. Los perfiles seleccionados para llevar las riendas del deporte en cualquier instituto van desde personas sin experiencia cercana al deporte en cualquiera de sus ámbitos, hasta personas con toda la preparación profesional para el puesto. Y, en cualquier caso, los recursos que aporta la instancia superior no bastan: desde la necesidad de instalaciones propias en la UJED, el recurso suficiente para alto rendimiento en el IED, necesidades cubiertas para el deporte masivo en el Inmude y fortalecimiento de las actividades deportivas en el resto de las escuelas de nivel superior.
Escribo con tristeza esta columna y lamento decir que no toda la responsabilidad recae en los órganos gubernamentales o institucionales. Con un examen de conciencia todos podemos reconocer a al menos un entrenador que recibe doble sueldo como retribución a una sola clase o entrenamiento impartido. El recurso al deporte se pierde desde la deshonestidad del chofer que hace malabares con el efectivo recibido para apropiarse la mayor cantidad, hasta los organizadores que presentan sobreprecios en la gestión, sin olvidar las compras autorizadas a proveedores amigos también a sobreprecio.
Entre becas gubernamentales asignadas por asociaciones estatales a niños sin mérito, entrenadores con resultados ignorados y eventos deportivos de “relumbrón” se pasan las administraciones periodo tras periodo.
Uno de mis jefes decía: “no es lo mismo ser borracho, que ser cantinero”. Y es cierto: parece que quienes de verdad han trabajado día a día para lograr el crecimiento y avance de un niño, se olvida de las necesidades de un entrenamiento integral al llegar a un puesto de dirección.
Al igual que en cualquier partida de ajedrez, cada grupo de piezas debe hacer lo necesario y cumplir con un objetivo en específico para llegar a la meta.
¿Cada uno de nosotros, ¿de verdad estamos haciendo el trabajo que nos corresponde?
Espero sus comentarios en arbitrosusan@hotmail.com