Ojalá que sea cierto

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Los culpables de la alternancia estarían dejando las puertas abiertas a cualquiera.

Por Aarón Quiñones/ La Voz de Durango

En el transcurso de la semana que recién terminó, el alcalde capitalino José Ramón Enríquez Herrera, envió un mensaje a través de un video dirigido al gobernador, José Rosas Aispuro Torres, en el cual lo exhorta a trabajar juntos por Durango. Dicho interés de ser genuino significaría la apertura y madurez política de ambas partes, misma que tendría que verse forzosamente reflejada en los tan anhelados resultados que por más de dos años ha estado esperando la ciudadanía.

El encono político que se ha manifestado entre los dos funcionarios a lo largo de este gobierno de “transición”, como así lo nombró el diputado panista, José Antonio Ochoa Rodríguez, tiene como fundamento un furibundo deseo de gobernar del galeno y una pasividad desconcertante por parte del doctor en derecho.

Nadie, por más que los humores de ambos políticos sean completamente diferentes, pensó que llegarían a enfrentarse, la mesura e inteligencia ganaría. Los más maliciosos vaticinaban desencuentros tal vez entre sus más complicados funcionarios, sin embargo, fue el propio alcalde quien durante una rueda de prensa hizo acusaciones fuertes en contra del de Tamazula y terminó por fracturar la relación, política y personal.

El hecho de que dos políticos emanados, si no de la misma cuna política, sí de la formula del “cambio” se enfrenten como contrarios, atrajo consigo un desencanto absoluto entre la población. Su apuesta no dio resultado y la más estremecedora muestra fue la aplanadora de Morena que les ganó todo el año pasado y cuyos resultados posiblemente están a punto de repetirse en las elecciones por las alcaldías de este 2019.

Durango está pasivo, Durango está entre una mezcla de ideologías corrientes y posibilidades. El mapa político e incluso geográfico del estado está por cambiar y los responsables de ésta tan anhelada derrota final al cacicazgo del PRI que por casi 80 años exprimió e impusó el yugo a los duranguenses, están enfrentados.

Ahora con las puertas abiertas a la alternancia, literalmente las posiciones políticas pueden ser para cualquiera. Si para cualquiera que esté en la gracia de la gente allegada a Andrés Manuel López Obrador.

José Rosas Aispuro Torres y José Ramón Enríquez Herrera están obligados como ciudadanos, políticos profesionales y sobre todo duranguenses, a enmendar el camino que hasta el momento no conduce a ninguna parte. Tienen que sacar a sus respectivas administraciones del bache de credibilidad y resultados por el que atraviesan.

Uno debería de aprender del otro. Ser respetuoso de las instituciones y de su independencia, pero lo suficientemente inteligente para negociar y al mismo tiempo tomar las decisiones necesarias y arriesgarse por el bien común sería un ejemplo de lo que ambos podrían tomar uno del otro.