MTF. Alfredo Arévalo
En muchas ocasiones en nuestra vida se presentan situaciones difíciles que nos generan desde malestar hasta sufrimiento, en esas circunstancias lo primero que nos preguntamos es ¿Por qué me pasa esto a mi?, esa pregunta llega como un balde de agua fría, pues ahora hemos caído en cuenta de que algo está mal, ya que se puede palpar, porque está aquí.
Si hacemos un recuento de circunstancias que nos han hecho hacernos esa pregunta las identificamos claramente, tenemos el recuerdo claro, pero no vemos claramente las circunstancias que nos llevaron a esa situación, podemos decirnos a nosotros mismos que fue una mala decisión, una idea equivocada, mala suerte, el universo en nuestra contra, Dios nos castiga, etc.
En fin, todas esas situaciones tienen como coincidencia que nos hacemos la misma pregunta. Pero, ¿por qué no cuestionamos la felicidad?, la vida es como un péndulo que oscila de un lado a otro, en un lado está nuestra felicidad y en otro nuestra tristeza, y ese péndulo trae a nuestra vida ambas, y aun cuando creas que todo lo malo te pasa a ti, puedo asegurarte que hay ocasiones felices, pero no te das cuenta.
Esta idea de cuestionarnos las cosas malas o tristes en nuestra vida surge porque creemos que la plenitud de la vida es que todo lo bueno venga a nosotros, en la mayoría de las religiones hay un Dios que mira tus acciones y las recompensa o las castiga, ya sea en esta vida o en otra. Eso se ha convertido en un mandato social que hemos construido.
El karma, por ejemplo, la mayoría de las personas lo ve como un castigo, algo malo que les pasa por haber actuado mal, hay frases como «voy a pagar mi karma por haber hecho esto», y esta idea se aplica a todas las religiones, solo que este ejemplo deja el punto que quiero abordar más claro.
Los seres humanos tenemos el ego muy grande, y el decir que el karma te va a castigar, o el Dios de su preferencia, es darse una importancia que no tenemos, lo mismo pasa cuando nos hacemos esa pregunta, Newton menciona que a toda acción hay una reacción igual u opuesta, y esto engloba todo lo que pase en nuestra vida.
Lanzamos algo y en reacción algo regresa, nosotros no controlamos si es bueno o malo, en ocasiones simplemente está ahí, podemos iniciar algo sin buscar lastimar a alguien y en algún punto todo cambia, y lo que viene en respuesta nos lastima, pero la idea central no está en cuestionar, sino en aceptar.
Aquí es necesario aclarar que aceptar no es lo mismo que resignarse, y si ya nos hemos dado cuenta que a cada acción corresponde una reacción lo que nos queda es actuar, iniciar algo que equilibre la situación, como ya lo he mencionado en otros artículos en ocasiones no tenemos la capacidad de ver por nosotros mismos lo que nos hace falta, por eso es necesario acercarse a otra persona para que nos guíe en la dirección correcta.
No somos tan especiales para que Dios se tome el tiempo de castigarnos, en lugar de cuestionarnos el ¿por qué?, es mejor hacer conciencia de lo que nos llevó a esa situación y aceptar nuestra responsabilidad en ello. Perdona para no cargar cosas inútiles, y acepta lo que la vida te da cada día.
“Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento”. Viktor Frankl.
Sobreviviremos al próximo lunes…si aceptamos lo que la vida nos trae, aceptando la felicidad y la tristeza sin ninguna preferencia, solo cuestionando ¿qué es lo que podemos hacer para vivir mejor?
Nuevamente los invito a escribir cualquier duda, comentario, aclaración a mi correo alfredo.adj@gmail.com