- No habrá flores, ni velas a San Jorge Bendito, pero si oraciones y fe.
Graciela Rosales/La Voz de Durango
No sé usted, pero recorrer las calles vacías de un Centro Histórico tan dinámico como el nuestro, causa una sensación de miedo, es como si el coronavirus estuviera agazapado en cualquier esquina, robándonos el aire… arrebatándonos la vida… así, sin darnos la oportunidad de celebrar a San Jorge bendito, patrono de Durango, señala con los ojos humedecidos Carlos, un joven que desde niño honra y venera a este santo con su ramito de flores y una vela en el altar.
Este día no es como cada año, en que la Catedral Basílica Menor se llena de vendimia, flores, velas, medallas, oraciones y cientos de fieles que acuden a San Jorge a pedirle que los proteja de picaduras de animales, especialmente de los alacranes. Hoy la catedral está vacía…
Carlos es un joven de 18 años, estudiante de bachillerato, y cuenta cómo desde niño, su madre lo traía a catedral cada día de San Jorge, “yo platicaba con él como si fuera mi amigo y así lo siento, muy cercano”, ja, ja, se ríe y dice, “tengo un amigo en el cielo”.
Este día es especial, porque la oración nace de lo más profundo de su ser, es como si quisiera con su rezo limpiar de Covid-19 al mundo, pide por la humanidad, por que termine la pandemia, por que no haya familias incompletas, por que el Todopoderoso guíe las manos de médicos y enfermeras; por que San Jorge con su espada bendita acabe de un solo tajo con la desigualdad social y es que –dice- hay personas que no tienen trabajo, ni comida, hay sufrimiento en algunos hogares por esta enfermedad.
Este día, puede ser que a San Jorge le falten flores y velas, pero no le faltarán las oraciones que con fe harán desde sus hogares, quienes como Carlos, desde niños han aprendido esta tradición católica duranguense que se replica año con año…