Vimos surgir su estrella y hemos venido a adorarlo
Mt 2, 1-11
La tradición cristiana ha meditado el pasaje del Evangelio de este día como una gran catequesis, donde magos de oriente representan a todo hombre que busca la Verdad. El hombre que se pregunta ¿Dónde está el sentido de la vida? estos magos de oriente representan a los hombres de corazón inquieto. Hombres movidos por la búsqueda inquieta de Dios y de la salvación del mundo. Hombres que esperaban, que no se conformaban con sus rentas seguras y quizás una alta posición social. Buscaban la realidad más grande. Hombres doctos que tenían un gran conocimiento de los astros y probablemente disponían también de una formación filosófica. Pero no solo querían saber muchas cosas. Querían saber sobre todo lo que es esencial. Querían saber cómo se puede llegar a ser persona humana. Y por esto querían saber si Dios existía, dónde está y cómo es. Si él se preocupa de nosotros y cómo podemos encontrarlo. No querían solamente saber. Querían reconocer la verdad sobre nosotros, y sobre Dios y el mundo. Su peregrinación exterior era expresión de su estar interiormente en camino, de la peregrinación interior de sus corazones. Eran hombres que buscaban a Dios y, en definitiva, estaban en camino hacia él. Eran buscadores de Dios.
El cambio de época que nos ha tocado vivir, ha traído consigo además de muchas bondades, una crisis de sentido de lo esencial. El mundo se ha convertido en algo liquido e inestable y amenaza con disolvernos. Por eso es necesario no perder de vista lo esencial de la vida, y buscar siempre la verdad. Esta es la enseñanza de esta solemnidad, cuando el interés del ser humano está orientado honestamente a la verdad, siempre se llegará a encontrarse con el misterio de Dios.
Deberíamos preguntarnos si nosotros realmente buscamos la verdad, si es lo que realmente nos mueve a vivir. San Mateo quería comunicar a la comunidad cristiana que muchos gentiles, aquellos que eran considerados ajenos a los propósitos de Dios, mostraban una apertura y disposición más clara a los propósitos de Dios.
Los Magos de Oriente, o como los llama nuestro pueblo: “los santos reyes magos” son presentados como hombres valientes y decididos, hombres de fe. Se necesitaba tener valentía para recibir el signo de la estrella como una orden de partir, para salir –hacia lo desconocido, lo incierto, por los caminos llenos de multitud de peligros al acecho. Podemos imaginarnos las burlas que suscitó la decisión de estos hombres: la irrisión de los realistas que no podían sino burlarse de las fantasías de estos hombres. El que partía apoyándose en promesas tan inciertas, arriesgándolo todo, solo podía aparecer como alguien ridículo. Pero, para estos hombres tocados interiormente por Dios, el camino acorde con las indicaciones divinas era más importante que la opinión de la gente. La búsqueda de la verdad era para ellos más importante que las burlas del mundo, aparentemente inteligente.
Hoy ser cristiano, vivir bajo los criterios evangélicos, parece algo anticuado, pasado de moda. Se necesita valentía y decisión para ser discípulo de Jesús. Valiéndonos de la figura propuesta por el Evangelio de hoy, la pregunta para cada uno de nosotros es: ¿Estás decidido a seguir la Estrella? Esa estrella que nos insinúa la luz de la verdad, o prefieres permanecer como Herodes en la cómoda prisión de tu palacio.
Salir con la seguridad de que es Cristo el que guía nuestra salida misionera. El riesgo del camino está custodiado por el Señor, por su luz. ¡Ánimo!
+ Faustino Armendáriz Jiménez
Arzobispo de Durango