IDEARIO

Por Azu Macías

Prefiero amarte que ser yo misma… menudo título del día de hoy que se ha inspirado por las charlas con mujeres a lo largo de mi vida, ¿cómo escapar a este que parece un destino al que por lo menos una vez en la vida pasamos la mayoría? Hago esta pregunta mientras escucho múltiples canciones en la radio, al tararear de años atrás que decía algo como: “yo por él cambiaría de nombre, de gustos, de sexo y de religión”.

Ojalá fuera solo una canción de la adolescencia pero no, para muchas es el talón de Aquiles en una vida en la que lo demás parecería ir funcionando bien, pero en el ámbito de las relaciones de pareja se vive un cuento de desazón y deshonestidad. No me refiero a las deshonestidades que causan las infidelidades, no es el motivo del escrito el día de hoy, pero sí a la deshonestidad primera, esa que viene cuando uno no es quien es por miedo a que “lo dejen”.

Sí, las negritas fueron intencionales porque es otra idea sumamente arraigada que nos acarrea mucho dolor a mujeres y por qué no también a hombres: “Es que me dejó”, nos encontramos diciendo en el tono de las actrices de las telenovelas con que muchos de nuestras generaciones crecimos (a diferencia de las nuevas generaciones que más bien son de series de internet), esos mensajes que se nos fueron grabando hondo en la memoria corporal mientras intentábamos hacer que las relaciones funcionaran.

Las mujeres traemos este condicionamiento desde pequeñas, se nos enseña a que no debemos salir sin “arreglarnos” con el novio o ahora a ponerle tres filtros a la foto de perfil, como si la cara que uno tiene  de “verdad” no debiera mostrarse hasta que uno tuviera cierta seguridad de que aquél es el prospecto con el que uno compartirá las mañanas.  Hasta que con el paso del tiempo, aquella mujer dispuesta a hacer lo posible por hacer a todos sentirse bien, deja de hacerse sentir bien a sí misma.

Esa mujer deja de escuchar sus voces, sus necesidades, atender sus sueños, no vaya a ser que se le acuse de egoísta o descuidada, Marga López bien que nos enseñó el valor de una mujer sumisa y que sacrificaba su felicidad ocultando secretos, no estoy segura que a todas nos quedara claro que aquello era para hacer más interesante el drama de la película, no para que lo replicáramos en la vida real.

Ninguna relación puede perdurar mientras está basada en la deshonestidad de lo que uno es, de lo que uno quiere, de lo que uno añora; mientras más nos apeguemos al guión de irnos ajustando a los gustos ajenos sin mostrar nuestro verdadero ser, nos ceñirá la duda de que aquel decidiera quedarse si somos verdadera y brutalmente honestos mostrando nuestras vulnerabilidades, vicios e incluso nuestras mayores cualidades y éxitos.

Tampoco creo que querer cambiar a alguien sea honesto, es decirle a uno mismo y al otro que se le acepta pero al mismo tiempo hacer todo lo posible por que cambie ¿qué mensaje tan confuso cierto? Para que el compromiso y la honestidad surjan en la relación, primero hay que tenerlos hacia uno mismo, mostrarse como uno es, encaminarse a ser fuerte, pero también vulnerable y aceptar que el otro también tiene derecho a ser auténtico, a ser él mismo.

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