MTF. Alfredo Arévalo
Como seres humanos tenemos la capacidad de crear muchas máscaras a lo largo de nuestras vidas, hay unas que sirven para ocultar y otras que traen consigo ciertas habilidades que creemos o tener. Las segundas las usamos para iniciar proyectos, vencer miedos y en algunas ocasiones tratar de alcanzar la felicidad por ese medio; mientras que las primeras las utilizamos para seguir en el anonimato, para hacer cosas sin tomar responsabilidad de ello, y en ocasiones ambas.
Dependiendo de la persona que las usa, la intensidad puede variar de nivel, además del objetivo que se le quiera dar a esa otra personalidad creada especialmente para cumplir un fin. Si analizamos el contexto social descubrimos algunas de ellas utilizadas en pareja, amigos, familia, política, trabajo, escuela, redes sociales, etc.
En pareja se pueden utilizar al principio para demostrar que somos un buen partido, es una mercadotecnia diseñada para vender; posteriormente si ésa funciona se utiliza otra que sirve para que se den cuenta que somos mejores que otros. No por esto quiere decir que estas máscaras sean farsas montadas para engañar, las habilidades que se muestran están ahí, solo que se inflan para que tengan mayor impacto y de esta manera se puedan ver mejor.
Así como el ejemplo de pareja en los demás sectores se emplea de una manera similar, lo que resulta interesante es el nivel de intensidad que se puede utilizar al tener estas máscaras, pues si pasa de la normalidad puede llegar a generar un trastorno o patología, la cual es una línea muy delgada luego de la aparición de las redes sociales, pues ahí todo mundo puede decidir ser el tipo de persona que quiera.
La mayoría elige ser una persona feliz y con mucho éxito, es lo más lógico si lo pensamos, ¿Quién presumiría su fracaso e infelicidad?, solo algunos lo mencionan, pero solo para demostrar que lo pudieron superar, y al final el mensaje será favorable. En los perfiles de redes sociales se siguen a personas exitosas o con cualidades que quisiéramos tener, y al mismo tiempo cargamos un estandarte intelectual, pues podemos opinar de todo, aunque no sepamos nada sobre el tema.
Esta parte es interesante, pues el opinar de todo en ocasiones crea confrontaciones, mismas que si se tuvieran de frente tendrían diferentes consecuencias, pues se puede insultar sin repercusiones, y hay algunos que son expertos en eso, al igual de otros que han creado una barrera rígida que impide el cambio de opinión, y como no hay consecuencias «reales», no pasa nada.
Quién no ha visto en los comentarios de algún video, publicación, o artículo donde alguien busca ofender a otro usuario o al mismo creador, y cómo en ocasiones hay una escalada en insultos que al final no lleva a nada, pues eso solo se da en redes, si se hiciera en la vida real esta escalada terminaría en una pelea, y esa protección que brinda la red ha sido un arma de dos filos.
Pues hay demasiada información por todas partes y de todo, cada uno puede ser experto en algo si así lo decide, pero trae consigo la dificultad de encontrarse, ya que la paradoja de la condición humana, es la incapacidad de vernos como en realidad somos, y en ocasiones solo podemos hacerlo a través de los ojos de otra persona. Pero si mostramos solo lo que queremos que vean, ¿Quiénes somos realmente?
“Ahora quiero vivir como todos, quiero tener una mujer como todo el mundo. He inventado una máscara que me permite tener una cara como cualquier otro”. El fantasma de la ópera (1910), Gastón Leroux
Sobreviviremos al próximo lunes… con las máscaras adecuadas y sin olvidar lo que hemos aprendido hasta ahora, lo que nos hace cuestionarlo todo.
Nuevamente los invito a escribir cualquier duda, comentario, aclaración a mi correo alfredo.adj@gmail.com