Por: José Adrián Ayala Simental
Hola, de nueva cuenta, compartiéndote otro interesante tema, que a ti como padre de familia te permitan apoyar el desarrollo deportivo de tu o tus hijos de acuerdo a la experiencia y desde el lado de mi especialidad, soy José Adrián Ayala Simental, me desempeño como psicólogo deportivo y te envió un gran saludo.
ANSIEDAD COMPETITIVA: CUANDO LA PRESIÓN PESA MÁS QUE EL BALÓN
En cada partido de fútbol infantil y juvenil hay más que goles y marcadores en juego. Detrás de cada niño que se amarra los tachones y pisa la cancha, existe una historia, un sueño y también un cúmulo de emociones. Una de las más comunes —y a la vez más invisibles— es la ansiedad competitiva.
Ese nudo en la garganta antes del silbatazo inicial, las manos sudorosas, la mente llena de pensamientos como “¿Y si fallo?”, “¿Y si decepciono?”, son señales claras de que algo más está ocurriendo. A simple vista, puede parecer solo nervios, pero cuando esas sensaciones se vuelven intensas o constantes, estamos frente a la ansiedad competitiva.
¿CÓMO SE MANIFIESTA EN LOS JÓVENES DEPORTISTAS?
Algunos síntomas son tan comunes que muchas veces se confunden con “cosas de niños” o “flojera”, cuando en realidad son expresiones de ansiedad:
- Dolores de estómago o de cabeza justo antes de jugar.
- Problemas para dormir o pesadillas la noche previa a la competencia.
- Llanto repentino, enojo o frustración antes de salir a la cancha.
- Rendimiento muy distinto al que muestran en los entrenamientos.
- Bloqueos mentales en momentos decisivos: no se animan a pedir el balón o a ejecutar lo que saben hacer.
- Pensamientos de inseguridad: “no soy bueno”, “seguro me van a regañar”, “no quiero fallarles”.
Un ejemplo que escucho con frecuencia en consulta es: “mi hijo entrena increíble en la semana, pero llega el partido y parece otro, se esconde, no pide la pelota”. Eso no significa falta de talento, sino que la ansiedad le está jugando en contra.
¿QUÉ PAPEL JUEGAN PADRES Y ENTRENADORES?
La manera en que los adultos reaccionan tiene un impacto enorme. Un papá que grita desde la tribuna “¡no falles ese pase!”, o un entrenador que solo se enfoca en el resultado, pueden sin querer alimentar la ansiedad del niño.
EN CAMBIO
Cuando un padre valida y dice: “sé que estabas nervioso, y está bien, lo importante es que diste lo mejor”, o cuando un entrenador destaca el esfuerzo y el aprendizaje más allá del marcador, el niño aprende a manejar esa presión y la convierte en motivación.
Algunas pautas prácticas para papás y entrenadores:
- Valida lo que sienten: no ridiculices sus nervios, acompáñalos.
- Reconoce el esfuerzo, no solo el marcador: eso fortalece la confianza.
- Evita comparaciones: cada niño tiene su propio proceso.
- Enséñales herramientas simples: respiración profunda, rutinas de concentración o frases motivadoras.
- Sé un ejemplo de calma: tu serenidad contagia más que tus palabras.
MI EXPERIENCIA
Lo digo no solo como psicólogo, sino como alguien que lo vivió en carne propia. Cuando jugué fútbol profesional, la ansiedad competitiva fue parte de mi camino. Sentía la presión de demostrar, de no fallar, de justificar cada oportunidad que me daban. Muchas veces jugué con más miedo a equivocarme que con confianza en mis capacidades.
Con el tiempo entendí que la mente también necesita entrenamiento. Hoy, como psicólogo especializado en terapia cognitivo-conductual, acompaño a niños, adolescentes y jóvenes futbolistas a identificar esos pensamientos negativos, a transformar la presión en motivación y a recuperar la confianza que la ansiedad les roba.
EL VALOR DE TRABAJAR LA MENTE
La ansiedad competitiva no tiene por qué ser un enemigo. Bien trabajada, puede convertirse en un motor, en ese “cosquilleo” que activa al jugador antes del partido. La diferencia está en cómo la manejamos.
El fútbol debe ser una escuela de vida, no una fuente de miedo. Cuando los niños aprenden a regular sus emociones, no solo mejoran en la cancha, también adquieren herramientas para la vida: enfrentar exámenes, retos académicos o situaciones difíciles con más seguridad.
DESPUÉS DE LOS 90 MINUTOS
Papás, entrenadores, formadores: recordemos que detrás de cada uniforme hay un niño que necesita confianza más que exigencia, acompañamiento más que presión. Los triunfos pasan, los marcadores cambian, pero la huella emocional que dejamos en ellos dura toda la vida.
El fútbol se juega con los pies, pero se gana con la mente y el corazón.
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Por esta ocasión busque presentarme y la siguiente edición comenzará a compartir diversos temas como los que publico en @Adrian Ayala Psicólogo Terapia Cognitivo Conductual en Facebook, @adrian_psicologo en Instagram y también @ayala022 en TikTok.