>Con este montaje, la compañía colimense celebra su 25 aniversario en el Teatro Victoria.
La Voz de Durango
El pasado viernes 22 de agosto, la compañía Cuatro Milpas celebró su 25 aniversario con la puesta en escena de Salvador, una obra basada en el texto de Suzanne Lebeau y dirigida por Janet Pinela, en el Teatro Victoria. La función, apta para todo público, transportó al espectador a un espacio escénico que evocaba las cabañas de la sierra, donde un narrador guiaba al público a través de un viaje por la memoria lleno de emociones. A medida que avanzaba la obra, los escenarios se transformaban constantemente, creando distintas atmósferas mediante el juego con la percepción del espacio. Este dinamismo permitió que el escenario funcionara como un reflejo de la vida interior de los personajes y, al mismo tiempo, como la vasta montaña donde transcurre su historia.
La trama giró en torno a Salvador, un hombre que rememoraba su infancia en la sierra, una etapa marcada por la felicidad a pesar de las carencias. En ese recuerdo cobraban vida sus primeras ilusiones y la relación con su madre, Benedicta, quien descubría en su hijo una sensibilidad especial para las palabras. Al notar este talento, ella decidía apoyarlo para que cumpliera su sueño de convertirse en escritor. Salvador se presentó así como una obra que alienta la esperanza y exalta el valor de la familia, revelando cómo el amor y el acompañamiento pueden transformar los sueños en realidades.
Uno de los elementos más destacados de la puesta en escena fueron las escenas simultáneas, que enriquecieron la comprensión del relato y permitieron que las emociones se desplegaran con fuerza. El mundo infantil del protagonista no solo fue contado, sino también vivido por los demás personajes en escena, quienes contribuyeron a la creación de un universo lleno de juegos y vínculos fraternales. La dimensión sonora de la obra reforzó este viaje al pasado mediante sonidos y canciones que evocaban memorias campesinas: un acordeón traía a la mente al padre ausente, y la tradicional “Flor de capomo” despertaba la nostalgia de los antiguos bailes escolares. En sus 20 escenas, la obra acompañó al niño que aprendió a leer a los cuatro años y cumplió el sueño de su madre.
Esta emotiva puesta en escena fue reseñada en la revista Proceso por Estela Leñero Franco, reconocida antropóloga, escritora y dramaturga mexicana. En su análisis, Leñero Franco destacó la profundidad emocional y la riqueza simbólica de Salvador, señalando que se trata de una obra teatral que invita a reflexionar sobre lo verdaderamente importante: la familia, la memoria y el poder de las palabras. Sin duda, Salvador no fue solo una obra más; fue un entrañable recorrido por la infancia, los sueños y la fuerza del amor materno.

