Por: L.N. Cuquis Hinojosa
Queridos lectores, nos volvemos a encontrar en esta edición y para esta ocasión les voy a compartir otro tema de mucho interés para todos ustedes.
LA DIETA ES PERSONAL, y MERECE RESPETO
En cada reunión familiar, fiesta con amigos o salida al trabajo, es casi un clásico escuchar frases como: “Ándale, es solo un pedacito”, “No seas exagerado, una chela no te hace daño”, o “Uy, ¿estás a dieta? Mejor rompe tantito, hoy es ocasión especial”. A simple vista parecen comentarios inofensivos, incluso “cariñosos” o en tono de broma. Pero detrás de ellos hay algo más serio: una presión social que, aunque no siempre se nota, puede derrumbar la motivación y el esfuerzo de quien está cuidando su salud.
PARA MEJORAR
Seguir un plan de alimentación no es un capricho. Detrás suele haber una razón poderosa: prevenir o tratar enfermedades como diabetes, hipertensión, hígado graso o resistencia a la insulina; mejorar la calidad de vida; lograr un peso saludable; o simplemente sentirse más fuerte y con energía. En muchos casos, hay indicaciones médicas que respaldan esa decisión. Y cuando alguien insiste en que “rompas la dieta”, no solo está haciendo un comentario incómodo: puede estar poniendo en riesgo tu salud.
ES VALIOSO
Lo que muchos no ven es el sacrificio que implica. No se trata solo de comer diferente, sino de aprender a organizar tiempos, planificar comidas, resistir antojos y, sobre todo, mantenerse firme frente a un entorno que no siempre apoya. A veces, el reto no está en la comida, sino en las personas alrededor.
FUERA LOS MITOS
La presión social para comer o beber “lo de siempre” parte de una costumbre: asociamos convivencia con exceso. Creemos que compartir un pastel, brindar con alcohol o comer “como antes” es la única forma de celebrar. Pero celebrar también puede ser acompañar a alguien en su proceso, respetar sus decisiones y reconocer su disciplina.
ES PREVENCIÓN
Respeta una dieta no significa aplaudir desde lejos. Significa no insistir, no hacer sentir culpable, no ridiculizar. Significa entender que cada quien tiene sus prioridades y que la salud, aunque no siempre se vea, es la más valiosa de todas. Porque al final, ni el dinero más grande ni la ocasión más especial van a compensar una enfermedad que pudo prevenirse.
ES TU SALUD
Y si eres tú quien está siguiendo un plan, recuerda algo muy importante: no tienes que justificarte. No tienes que dar un discurso sobre tus razones ni convencer a nadie. Es tu cuerpo, tu salud y tu derecho a cuidarte. Las opiniones externas no suman calorías ni nutrientes, pero sí pueden restar motivación.
RECUERDA
La salud no se compra, se construye día a día. Y ese trabajo empieza con pequeñas decisiones que se repiten hasta convertirse en hábitos. Si alguien decide cuidarse, apoyarlo es la mejor muestra de cariño que se le puede dar. Porque más que un “ándale, no pasa nada”, lo que de verdad impulsa es un “¡qué bien que lo estás logrando!”.
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