>Con el título de “Baila Primero, piensa después”, la orquesta se llevó una lluvia de aplausos.
>Se contó con la participación como solista del violinista Juan Pablo Hagen Rodríguez.
Por Juan José Nava / La Voz de Durango.
Una noche vibrante, enérgica, melancólica y por qué no, romántica también, se vivió durante el segundo concierto de la temporada 2025 de la Orquesta de Cámara de la Universidad Juárez del Estado de Durango (OCUJED), misma que atrajo la mirada de propios y extraños para dejarse envolver por una rica selección de piezas de renombrados compositores.
En esta ocasión, el evento llevó por título “Baila primero, piensa después”, mismo que vino muy adhoc para celebrar la víspera del 14 de febrero llevando la música como el mejor vehículo para desplegar emociones, elevar el buen estado de ánimo y quizás, para los más sentimentales, un poco de apego y amor, desde la perspectiva que desee apreciarse.
Bajo la dirección del maestro Miguel Ángel Burciaga Díaz, el evento cobró vida durante la noche del jueves 13 de febrero en el Instituto de Bellas Artes de la máxima casa de estudios duranguense (IBA-UJED), recinto que lució tapizado de asistentes en su totalidad.
El inicio fue vivaz y complaciente, pues se trató de una serie de danzas compuestas en 1926 por el compositor y crítico inglés Peter Warlock (1894-1930), la Suite Capriol que consta de seis movimientos: 1. Basse-Danse; 2. Pavane; 3. Tordion; 4. Bransles. 5. Peds-en-Pair y 6. Mattachins.
No está de más decir que, la segunda interpretación del solista Juan Pablo Hagen Rodríguez en el violín en la pieza “Concierto para violín en Re Mayor Rv208 “Il grosso mogul”” de Antonio Vivaldi, fue más que un placer auditivo, pues transportó a la audiencia a los confines de la imaginación ante una propuesta que liberó sensaciones gratificantes, tratándose de un viaje de vaivenes emocionales entre melancólicos y de constante agitación.
De magnífica concepción, el solista invitado se destacó por su evidente buen desempeño destacando un profundo conocimiento tanto instrumental como técnico para desprender un cúmulo de energía subrayada ante una impetuosa ejecución de notas, sinónimo de fuerza expresiva que denotó una demanda en todas sus capacidades, lo que obviamente le valió el reconocimiento de la audiencia.
Tras un breve intermedio de 15 minutos, la OCUJED trajo a colación las piezas “Danzas rumanas” del compositor húngaro Béla Bártok (1881-1945) y para cerrar, “4 Noveletten para orquesta de cuerdas Op.52” con cuatro movimientos del compositor y director de orquesta sinfónica inglés, Samuel Coleridge-Taylor (1875-1972).
Cabe destacar por último que, el concierto en mención fue dedicado para honrar el septuagésimo aniversario de la Escuela de Pintura, Escultura y Artesanías de la máxima casa de estudios. Cabe recalcar que pudo apreciarse entre el público, a un nutrido contingente de maestros, personal y alumnos de la destacada institución artística.
