AMLO se va, pero antes de irse humilló al periodismo mexicano
Por: Aarón Quiñones
Este domingo el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), presentó su sexto y ultimo informe de gobierno en un sexenio lleno de polémica, “transformación”, transición y tradición.
La polémica, palabra que nunca va a dejar a la familia del tabasqueño, desde su llegada al poder y sus casi 18 años de lucha para conseguirlo, el político mexicano ha sido punta de lanza en intensas discusiones, ha dividido a los mexicanos y sembrado una nueva escuela en cuanto a comunicación política, en estrategia mediática, manejo de medios y sobre todo, la relación con estos.
Cada declaración durante alrededor de las mil 500 “mañaneras” o conferencias de prensa matutinas ha sido de escrutinio público, ha dado nota y ha marcado agenda durante ese día y todos los siguientes. Muchos utilizaron a su favor y en su contra lo dicho en esos espacios, pero al final del día se cumplía el objetivo que el presidente pretendía que era llevar el mensaje que con toda alevosía y ventaja preparaba diariamente.
Bueno o malo, las palabras clave se situaban en la mayoría de los encabezados de los medios de comunicación, López Obrador posicionó una y otra vez su dogma político la “Cuarta Transformación”.
No muchos veían su conferencia diaria, porque no la necesitaban, cada medio de comunicación la sintetizaba a conveniencia, pero al final del día seguían hablando de lo que dijo el presidente, jamás como instrumentos de difusión masiva dejaron de llevar esos temas la población.
Algunos medios reactivos y críticos al gobierno de Andrés Manuel destacaban lo negativo de su mensaje, contrarrestaban sus cifras y evidenciaban la falsedad en sus declaraciones, pero eso poco o nada le importó, frases como la de “yo tengo otros datos”, “son politiquerías”, “son adversarios políticos” y muchísimas más inmediatamente desestimaron las investigaciones que medios como el Reforma, El Universal, grupo editorial Televisa, Latinus, TV Azteca, por mencionar algunos, hicieron.
Señalaron a Nico su exchofer de ser dueño de un multimillonario predio en la Riviera Maya, sus hijos, todos, fueron expuestos y se hizo evidente que el discurso de la austeridad republicana no aplicaba para ellos; tenían propiedades, viajes, vehículos e incluso el menor fue víctima de una campaña despiadada de bullying, (algo muy bajo hasta para los verdaderos opositores), los ingresos del mismo presidente fueron expuestos, los de su director de CFE y sus múltiples propiedades, pero pocos le fueron demostrados al cien por ciento y donde tuviera que recular, Segalmex fue según él la única mancha que se va a llevar durante su gestión.
Toda esta presión mediática pocas veces le afectó, públicamente, los que lo conocen saben que no olvida, que las afrentas las cobra, como actualmente lo está haciendo con el Poder Judicial, como hizo con el INE que ya está a su favor, con las dependencias que desapareció, con Riqui, riquín canallín, con Joaquín López Dóriga, con Ciro Gómez Leyva, con Carlos Loret de Mola, con Brozo, con Aristegui, con Uresti, en fin.
Su confrontación directa con ciertos medios de comunicación, los más importantes del país, siempre actuó a su favor, la estrategia de la victimización le dio resultados porque su mensaje fue más fuerte, incluso con los contrarios las palabras clave estuvieron presentes en las notas, en los videos, en los reportajes.
Decir que hay paz en el país cuando la realidad es otra no significa que el mensaje no llegue. Paz y AMLO fueron dos elementos que por reacción fueron juntos en todas las cabezas, fueran positivas o negativas, pero esas dos estuvieron, la gente de manera inconsciente las leyó y las relacionó.
En su mañanera del pasado viernes dio otro golpe magistral a la comunicación y el periodismo, para evadir lo ocurrido en la ciudad de Culiacán, Sinaloa, en su mañanera se encargó de llevar a un grupo de aplaudidores de su movimiento disfrazados de medios de comunicación “independientes” para que lo recibieran entre aplausos y vítores, luego habló del periodismo que a él le conviene, ese que sólo dice maravillas de su labor y luego los alimentó como si fueran acarreados.
El mensaje es brutal, la afrenta la cobró, se va a ir y se va a salir con la suya. La humillaciones a sus hijos y contradecir su gobierno no se iban a quedar así; al final del sexenio puso a la prensa mexicana como viles “muertos de hambre” y lo peor del caso es que quienes acudieron a aplaudirlo y aceptaron el plato rancio de comida… sí lo son.