68 años de La Voz de Durango

Más que noticias, historias que se resisten al olvido.

El tiempo corre vertiginoso y así, un día es el padre de los días que vienen. Saturno devorando a sus hijos, fiel narrativa del paso del tiempo por Francisco de Goya en una de sus obras negras.

No perdona.

Pronto, el olvido se apodera de nosotros como una condena, y con el olvido mueren las grandes cosas que tuvieron vida. Pronto seremos anécdota, y seremos olvidados, conforme vayan muriendo los seres que nos conocieron, los que amamos, con los que convivimos.

Sólo se gana un lugar en la memoria, cuando has cumplido tus sueños, cuando has amado y eternizado tus ideas, cuando has sido útil a tu tiempo, a tu sociedad, a tu lugar. Cuando algo le recuerda a tu gente de lo que has sido, libros, pláticas, historias, escritos, fotografías.

El mundo es historia viviente. Y en ese mundo que gira y da cuenta de lo vertiginoso que pasa el tiempo, sobreviven sólo en la memoria lo trascendente, lo muy bueno, pero también lo muy malo.

Todos recordamos y sentimos a Cristo, a San Juan el Bautista, a Newton, a Cervantes, a Magallanes, a Sor Juana, a Rulfo o a Gabriel García Márquez. Porque sus vidas nos afectan, así como sus obras, nos subliman y los hacemos presentes. Pero también, a desdicha de todos, recordamos lo malo como la persecución de los inocentes por Herodes, a Calígula, a Hitler estereotipo de la maldad creado por el capitalismo, a Netanyahu. Otros son recordados por su épica guerrera, por su talento científico, por su nobleza de vida o por su valor artístico como Dalí, como Aníbal Barca, o como Oppenheimer.

Buenos y malos, nobles y perversos. Cada quién tiene su historia.

Tengo la certeza de que LA VOZ DE DURANGO ha escrito una gran historia, donde conviven, decenas de historias personales que reflejan a una sociedad, en veces estática, otras en movimiento, unas dulces o amargas, valiosas o mezquinas. Pero, así como el mundo gira, también Durango vive en una historia propia donde sólo lo trascendente perdura. Sólo los trascendentes persisten en nuestra memoria. Pero también están presentes en el anecdotario, la historia y el “te cuento” diario, los buenos y los malos y los estereotipados como tales por la vox populi o por la maldad mezquina de la ignorancia o la bonhomía de los duranguenses constructivos.

Este ha sido siempre un periódico de ideales y de principios. Los periodistas actuales no lo entienden, y los gobernantes menos. Una empresa familiar de duranguenses que por 68 años hablamos por Durango de las cosas buenas o malas y que construimos una historia con ustedes lectores. Desde la nada sólo con el ideal de una verdad iluminadora.

Tengo, como director de LA VOZ DE DURANGO, como descendiente de Salvador Nava Rodríguez y de Guillermina Stenner de Nava la esperanza de haber cumplido estos 68 años contando historias, despejando noticias, conviviendo con todos los duranguenses, de haber cumplido con un cometido histórico trazado desde aquél ya muy lejano 16 de agosto de 1956.

La esperanza de haber trascendido en la historia de Durango, de haber sido útil a nuestra comunidad, sin más cometido que la decencia profesional, el respeto por la Iglesia y los valores duranguenses, el respeto a todos ustedes y de haber servido a la verdad.

Los duranguenses carecemos de un gobierno que hable con la verdad, que sea estrictamente honesto y que, a su vez, se maneje en la limpieza y la justa retribución de un salario digno como pedía Juárez, lo que no ocurre. Cómo pedir a la ciudadanía que no se corrompa y respete las leyes, si el principal líder no es honesto, habla con mentiras, ofrece falacias y cae en la diatriba en un quehacer estéril de engañabobos. Eso padecemos.

Los duranguenses aún tenemos analfabetismo, y un crónico desinterés por la cultura, la educación y el buen trabajo. El desarrollo se nos niega, no alcanzamos a despegar en una economía de bonanza y nos acompaña un insultante pleito constante por los puestos públicos y de elección. Aunque lleguen sistemáticamente gente sin oficio y sin preparación política y social.

Para corregir al malo, hay que ensalzar al bueno.

Agradezco en este aniversario 68 a todos mis compañeros que hacen y han hecho posible la aparición digital de LA VOZ DE DURANGO, siempre han sido nobles y han colaborado por engrandecer a Durango con su dedicación y esmero.

Seguiremos trabajando para servir a Durango, reconociendo nuestros progresos y a aquellos hijos de Durango que han trascendido por su trabajo hacia la sociedad y denunciando a los malos duranguenses que se sirven del poder, del abuso o del crimen para acumular riquezas mezquinas con engaños y altanerías, cuando no del asesinato y la agresión. Hay que notar que en Durango, vivimos tiempos de oscuridad.

 

 

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