- En resultados y transparencia, tanto partidos como candidatos están reprobados: María de la Luz Gutiérrez Sandoval.
- La democracia mexicana es de las más caras del mundo, pero ni así se logra despertar el interés por votar en un importante sector de la sociedad.
David Enríquez / La Voz de Durango
Este 2 de junio en México habrá elecciones para renovar presidente de la república, senadores, así como diputados federales y estatales; se estima que habrá un gasto cercano a los 32 mil millones de pesos como parte del presupuesto que ejercerán partidos políticos, el árbitro electoral e incluso candidatos independientes. sin embargo una erogación de esa magnitud resulta inútil y causa descontento social por la falta de resultados, así lo advierte María de la Luz Gutiérrez Simental, asesora empresarial y lamenta que tanto en productividad como transparencia no se cumple con las expectativas.
Durante una emisión más del programa “Mesa de Redacción de la Voz” conducido por nuestro director Juan Nava Stenner, se abordó el tema referente al dinero que será gastado durante todo el proceso electoral este año, además del beneficio que en términos reales dejarà al ciudadano. No solamente serán elecciones de gran relevancia en la historia del país, sino también tendrán el costo económico de mayor impacto al erario público.
“Es un mundo de dinero que no me lo imagino junto, estamos hablando de cantidades estratosféricas que según cálculos hablan de que cada votó costará alrededor de 340 pesos por persona tomando en cuenta que la Lista Nominal de Electores fluctúa en los 99 millones para dichos comicios”, sostiene ante el asombro de su entrevistador la especialista.
Puntualiza que con base en la historia siempre se concluye que las campañas políticas en México no solamente han sido demasiado caras, sino además inútiles. Realmente preocupa a la ciudadanía que tanto recurso aprobado para tal efecto al final de cuentas no tendrá los frutos esperados; resulta ofensivo para el pueblo mexicano un despilfarro de esta naturaleza.
Sin profundizar en la numeralia, so pena de perderse entre tan descabelladas cifras, Gutiérrez Simental, refiere que cada una de las tres personas aspirantes a la presidencia del país tienen un tope de campaña estimado en 660 millones de pesos, así como dos mil 203 millones destinados para las 128 senadurías, 500 diputaciones por las vías del voto directo y la representación proporcional, además de 25 diputados que integrarán el Congreso Estatal; 15 de los cuales serán electos mediante el voto ciudadano. Pero aún faltan 22 mil 500 millones que gastará el INE en la organización del proceso, aunado al dinero que recibirán los contados candidatos independientes y aportaciones que pueden hacer entes particulares contemplados por la ley.
Aunque a final de cuentas resulta difícil de asimilar tal despilfarro de recursos, el descontento social surge porque no se ven resultados tangibles en campañas políticas huecas y carentes de propuestas concretas. No hay productividad en términos de resultados, tampoco se le da un seguimiento puntual a los presupuestos asignados para cada partido político y sus candidatos, incluyendo lo que gasta el Instituto Nacional Electoral (INE).
Resulta imposible de creer como en países con mayor densidad poblacional como Estados Unidos, Brasil o Bélgica el costo de las elecciones resulta inferior a México. Ello indica que son democracias donde saben optimizar el recurso financiero, utilizando la tecnología al alcance como el voto electrónico para disminuir costos que a final de cuentas es el contribuyente quien los absorbe.
Otro “amargo sabor de boca” que deja cada elección en México, es que ni gastando tanto dinero se logra despertar el interés de los electores por participar durante la jornada cívica. Por poner un ejemplo, un 30 por ciento de los casi 99 millones de votantes son jóvenes, pero sólo participa un 17 por ciento, aproximadamente, detalló la invitada.
“¿Qué está fallando en los partidos y sus candidatos que no motivan al votante?”, es el cuestionamiento que lanza la asesora empresarial y añade que ante tal decepción sería mejor destinar todo ese dinero en resolver problemas tan sentidos en el país como salud, inseguridad, educación, pobreza alimentaria, servicios públicos, entre otros.
Termina diciendo que cada elección se convierte solamente en un gasto inútil, no le genera beneficio alguno a un pueblo que impotente se limita a observar y ser testigo de la manera burda en que se gastan sus impuestos generados con tanto esfuerzo.
