México vive la peor sequía desde el 2012, productores sufren los estragos de la falta de agua.
César Rodríguez/ La Voz de Durango
Las sequías son un fenómeno cíclico que afecta al territorio mexicano de forma recurrente, principalmente al centro y norte del país. No obstante, estas se han ido intensificando en los años recientes como consecuencia del fenómeno climatológico conocido como “La Niña”, mismo que se ha extendido inusualmente por los últimos tres años, siendo en 2023 el episodio más grave de sequía en México desde 2012.
A diferencia de otros eventos naturales como huracanes osismos, su impacto sobre la actividad productiva puede ser menos inmediato o evidente, en la medida que las disrupciones en el suministro de agua podrían no coincidir con los periodos de mayor sequía, sino con los niveles de almacenamiento de agua, los cuales pueden ser distintos. Si este fenómeno continúa recrudeciéndose, tanto en profundidad como en duración, en el mediano y largo plazo se podrían tener significativas consecuencias adversas sobre la calidad de vida de la población y sobre la actividad económica en general.
Desde la oficialización de los lineamientos y protocolos actuales para caracterizar y mitigar las sequías en México, cada año desde 2015 se han declarado alertas por este fenómeno. Sin embargo, la severidad de las sequías se ha ido incrementando, de manera que han sido cada vez más largas y con mayor intensidad.
En el caso de Durango, según recientes datos de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) la sequía severa persiste en nueve municipios, entre ellos El Mezquital, San Dimas, Pueblo Nuevo, Otáez, Topia Vicente Guerrero, Santiago Papasquiaro y Canelas, territorios que en su mayoría sobreviven de su actividad agrícola.
En ese tenor, el primer canal de afectación de la sequía a la actividad económica es a través del sector agropecuario, toda vez que el agua representa un insumo fundamental para estas actividades.
De tal manera, siendo la entidad una de las principales productoras de maíz y frijol a nivel nacional, la baja producción en los últimos años ha impactado directamente en las familias productoras, mismas que se ven estancadas, lo cual ha derivado en un alza en el precio de los alimentos a nivel nacional.
Según datos del Coneval, la pobreza en el campo ha incrementado exponencialmente en la última década, donde los campesinos cada vez batallan más para lograr sus cosechas a raíz de la falta de agua.
Asimismo, la desaparición de programas federales tiene contra las cuerdas al sector agrícola de la entidad, y es que no hay créditos de dónde hechar mano para hacerle frente a los estragos de un fenómeno que año con se recrudece en el territorio.
No obstante, el Gobierno Federal no ha tomado acciones para mitigar los efectos económicos de este fenómeno en las entidades más afectadas, un impacto directo a la seguridad alimentaria del país.
