La icónica heladería Kanin, tradición y servicio en Durango

Chelsy C. Ramos/ La Voz de Durango

Kanin nace en 1960, en la calle 5 de Febrero, gracias a la iniciativa de Don Juan Herrera García, quien era contador de origen mexicano, criado en Estados Unidos. Aprendió a hacer nieve en una nevería industrial, ahorra dinero y decide regresar a su tierra natal, después de un tiempo de realizar diversos trabajos. Un día en una olla empieza a hacer mezclas y experimentar con helado, duraba desde las 9 de la mañana hasta las 9 de la noche, combinando distintos sabores, coco, nuez, vainilla, chocolate, siendo la nieve blanda y las escarchadas las primeras en venderse, al no existir en la ciudad.

Poco a poco fue comprando maquinaria y junto a su esposa, Esther Martínez Herrera, empiezan en la calle 5 de Febrero, regalando conos a las personas para que los probaran, intentando mejorar. Al ser un negocio familiar el nombre “Kanin” proviene de la idea de ser un nombre corto, el cual pudieran pronunciar los niños, decía doña Esther, el hijo pequeño de la familia, a quien le decían “Ricardín”, debido a que muchos niños no podían pronunciar su nombre, se le quedó “Kanin” en diminutivo, y a este se debe su nombre.

Se considera que fueron los inventores de las escarchadas, debido al fuerte calor y encontrarse en el centro tenían una alta demanda de venta de agua, fuera de limón y otros sabores, un día surgió la idea de enfriarla en las máquinas de nieve, sorprendentemente se empezaron a formar “escarchitas”. Después los hijos fueron inventando diferentes estilos de nieve. Algunos que conocemos en la actualidad como la nieve con escarchada (kaninal) nieve de la máquina y nieve de bola.

Kanin, al ser un negocio familiar, tradicional de prestigio en la ciudad de Durango, actualmente se divide en cuatro sucursales. Entre los hijos de los fundadores, quienes cada uno se hizo cargo de su propio negocio, ya que desde los 10 años aprendieron a seguir los pasos de sus padres.

Una de las sucursales más icónicas es la que se encuentra en la calle Negrete, rumbo al Parque Guadiana, pertenece a Yolanda Ivonne Herrera Martínez, hija de los fundadores, quien empieza su primera nevería en un local en el centro en la calle Patoni, llamada “Bunny”, donde comienza vendiendo escarchadas.

“Un día vieron una casa abandonada y descuidada desde hacía 10 años, pensando siempre en su futuro y con visión en mente”, Yolanda y su esposo Jesús Héctor García Herrera, decidieron comprarla. Menciona su hija Janette García Herrera, quien concedió esta entrevista a La Voz de Durango, actualmente se encuentra a cargo de la sucursal, fundada en 1987, hace 35 años.

Al ser una nieve proveniente de Estados Unidos, se hace en Durango, con ingredientes de calidad americana, pese a la crisis, siempre se utiliza nieve de estándar alto, artesanal y durangueño. Esta nevería se diferencia de otras por su maquinaria americana, y el secreto que utiliza leche bronca, sabores originales, sobre todo realizada con constancia y carácter, siendo esto la clave de que haya perdurado tanto tiempo, estableciéndose como una nieve de prestigio con mas de 62 años.

Aunque los precios de la nevería Kanin, son un poco elevados, esto no ha hecho que disminuyan sus clientes, su tradicional sabor, transmite felicidad y alegría, lo que ha permitido que en la actualidad perdure, esto debido a que “muchas otras neverías no saben hacer nieve y se tiene que comprar a terceros, esto repercute en el precio, ya que se hace poca nieve de alta calidad con productos de calidad, un trabajo artesanal, otras neverías recurren a maquinaria industrial que minimiza los costos y la calidad del producto es inferior, esa nieve es la misma independientemente en diferentes establecimientos, donde no se sabe hacer nieve”, menciona Ignacio, esposo de Janette, que también se encuentra a cargo de la sucursal.

Además de que “al cliente se le tiene que tratar bien, si se ofrece un súper producto, a un súper precio y no se atiende de la forma debida, tiene que ser un equilibrio, es muy difícil ganar un cliente, pero es muy fácil perderlo, si se atiende mal, tarde, no le sonríes, ya no regresara”.

Actualmente Kanin se considera una nevería tradicionalista y familiar de la ciudad, un punto conservador de todas aquellas personas que lo han seguido por años y a quienes en su memoria perdura, de antaño los más bellos recuerdos de su infancia, adolescencia y adultez.

Kanin ha aportado a los duranguenses felicidad para los fines de semana, muchas personas que tienen días difíciles, recurren a la nevería en busca de pasar un buen rato, relajarse en un ambiente fresco, ver el atardecer y “endulzar” sus días. Una tarde perfecta para familias que conviven y consienten su estómago.

Al ser una de las primeras neverías de la ciudad y ofrecer servicios los domingos, que hace años era considerado un pecado. Kanin es tradición y nostalgia para los ciudadanos “recordar lugares donde se acudía de niños, personas que se han ido de Durango y después de muchos años regresan, buscan esos momentos que perduran en sus mentes”, lugares de la ciudad, que aunque ha crecido y existen nuevos, en sus mentes es imborrable los recuerdos de los lugares que los hicieron felices, donde convivían con sus familias en verano.

“Personas que dieron su primer beso y disfrutaron momentos agradables, regresan con sus hijos y esto hace que se conserve la tradición, aunque pueden visitar otros lugares, siempre regresan a visitar Kanin”, menciona Janette.

Kanin se define como un negocio familiar tradicional de servicio y calidad parte de Durango, como un negocio local de toda la vida, “personas que se han ido del estado, del país, regresan y comentan que no han probado nieve tan rica”.

“Ha sido un negocio difícil, no solo en el producto, sino en adversidades como el clima, la competencia, se ha adaptado a los tiempos con constancia, firmeza, necesidad y aguante”, menciona la encargada de la sucursal Janette Garcia.

“El helado más preferido es el de vainilla, muy particular al ser blanco y las fresas con escarchada y nieve con fresas”.

Las personas siguen acudiendo a este lugar, como clientes satisfechos y quienes siempre han salido con una sonrisa, y eso es lo que se ha buscado con esfuerzo y delicadeza. Kanin, se ha mantenido a lo largo de los años, ofreciendo un servicio de calidad, como un lugar de convivencia y recreación. No se debe perder la tradición de visitar, lugares emblemáticos que han dejado huella en muchos corazones durangueños y aportado miles de sonrisas, debe ser obligatorio visitarlos. Cultivar en las nuevas generaciones el vivir momentos y experiencias que les permitan recordar la histórica y tradicional Durango.

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