¿Apego inseguro?

MTF. Alfredo Arévalo

Algo que en ocasiones dejamos pasar, u olvidamos, es de donde aprendimos a relacionarnos, en ocasiones en terapia al cuestionar la manera en que hemos elegido formar vínculos, los pacientes se sienten abrumados por no haberse dado cuenta de la gran influencia que tiene esta parte de nuestro desarrollo en la forma de ser en pareja o familia.

La manera en que hemos aprendido a realizar esta forma de apego define como nos relacionamos en nuestra vida adulta, e influye en varios aspectos de nuestra personalidad, se puede observar en como hablamos, como pensamos, como vemos a nuestras parejas, como nos relacionamos de manera general. La importancia de la infancia radica en que es una fase de la vida en la que somos más sensibles a lo que nos rodea, para lo bueno y para lo malo.

El apego hace referencia a una predisposición a reaccionar con emociones positivas (o negativas) ante la presencia de alguien, en base a ello elegimos buscar a quienes nos hace sentirnos bien y alejarnos de personas que nos incomodan. No obstante, en el ámbito de terapia familiar, este concepto es un poco más complejo, pues tenemos que observar que patrones se han repetido dentro de la familia, que mandatos hemos respetado, y como nos sentimos en relación a ciertos temas.

Quien inicio la teoría del apego fue el psiquiatra John Bowlby a mediados del siglo XX, y él realizo una investigación acerca de cómo las dinámicas relacionales entre los padres y/o madres, por un lado, y los/las hijos/as, por el otro, dan forma al modo en el que estos últimos aprenden a interactuar con el entorno y con los demás. Así, dependiendo del grado en el que los pequeños se acostumbren a buscar la proximidad de esas figuras de apego (normalmente, padres y madres), interiorizarán una manera más o menos sana de explorar su entorno o el mundo en general, a medida que vayan creciendo.

Uno de los temas que analiza la teoría del apego es que el proceso de elegir figuras de apego se plasma en las acciones de esos niños y niñas, y estas se repiten en las acciones que realizarán en el resto de sus vidas. Por ello, lograr que establezcan un apego adecuado será un factor de prevención y protección psicológica ante ciertas problemáticas.

Así pues, en este sentido el apego no es tan solo un fenómeno emocional, sino un conjunto de predisposiciones psicológicas con un amplio recorrido y evolución desde nuestra niñez, y que surge de su relación con sus figuras de apego de referencia, que son los cuidadores primarios.

¿Apego inseguro?

Luego de ver la importancia de el apego y como este es un aspecto clave en la evolución de las capacidades psicológicas de los niños y niñas a la hora de interactuar con el mundo; aquí está la importancia de una buena relación con la figura de apego, pues esto permite disponer de un equilibrio entre la libertad para explorar el entorno y contar con la seguridad de poder volver al “refugio” del cuidador.

Esto sería el ideal del apego según Bowlby, por lo que recibe el nombre de “apego seguro”; en este aspecto los pequeños que lo interiorizan desarrollan desde sus primeros años de vida un nivel de autoestima equilibrado, que les anima a seguir aprendiendo por su cuenta, sin sufrir problemas de ansiedad ni otros desajustes emocionales generados por la incertidumbre acerca de lo que ocurrirá.

Por el contrario, el apego inseguro se presenta cuando los niños y niñas no logran encontrar un buen ajuste entre los retos que les plantea su entorno, y la confianza en sí mismo, o la capacidad para anticipar consecuencias y planificar acciones; otra característica es que sufren problemas emocionales con frecuencia. Se trata de un tipo de apego que replica modelos de crianza inadecuados o negligentes por parte de padres, madres y/o tutores.

Este a su vez se divide en dos tipos: apego evitativo y apego ambivalente. En el primero el niño ignora o se evita a la figura de apego, dándole casi el mismo trato que a una persona a la que conoce poco, como resultado de un modelo de crianza poco comprometido o casi inexistente. En el segundo, siente ansiedad ante la ausencia de la figura de apego, pero al tenerla al lado también siente malestar y se resiste a mantener un contacto cercano, muchas veces expresando enfado, lo cual es provisto por la falta de consistencia en las acciones del/a cuidador/a.

Ambos tipos de apego inseguro suelen presentarse en maneras disfuncionales de establecer relaciones, las cuales se presentan en la mayor parte de nuestra vida, en el trabajo, escuela, amistades, incluso en las relaciones de pareja. Dicho esto, es importante aplicar un modelo de crianza equilibrado, y acudir a terapia si puedes observar algunas de estas alteraciones derivadas de estas situaciones problemáticas en la etapa infantil; o para modificar los patrones de crianza para mejorar la dinámica familiar.

 “La mayoría de nuestros problemas tienen su origen en el apego a cosas que erróneamente creemos permanentes”.  Dalai Lama.

Sobreviviremos al próximo lunes… si aceptamos nuestra realidad.

Si quieres iniciar un proceso terapéutico personal, de pareja o familiar, puedes contactarme al 618-152-79-65.

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